El vértigo de la página en blanco

Hombre Vertiente

Hombre Vertiente

Lo primero que hicimos desde el Departamento de Espectáculos, allá por Junio de 2005, fue conocer la programación de espectáculos que se incluyó en otras Expos anteriores. A lo largo de esta fase informativa, algunas ideas se fueron  adelantando por sí solas, como si tuvieran prisa en quedar reflejadas en la página en blanco. Pero las contuvimos: no quisimos precipitarnos, conscientes de que de las primeras palabras escritas marcarían un dirección de trabajo. De esas primeras palabras nacería el disfrute de millones de personas unos años más tarde y se hacía necesario, por tanto, conjugar cierta dosis de imaginación y de osadía, pero también de prudencia. Y, una vez sabido lo que había que saber, hubo que olvidarlo para inventar a partir de lo que había. Y lo que había, y hay, es una ciudad y un país –Zaragoza y España-, un mensaje de responsabilidad medio ambiental, 92 días, unas cuantas hectáreas, unos edificios de nueva planta, millones de posibles visitantes llegados de todo el mundo, y, sobre todo, una esperanza compartida…

Y comenzamos a escribir en esa página que nos retaba con la insolencia de su propio despojo: “la programación cultural y artística no debe ser el acompañante de lujo de la Expo, sino el vehículo de comunicación de las propias ideas que defiende…”

El terreno quedaba acotado, en primer lugar, por la propia naturaleza del evento. En Expo Zaragoza 2008, el tema iba a ser “el agua y el desarrollo sostenible”, y esto debería representar para nosotros una cortapisa, ni para la mayoría de los artistas y creadores de todo el mundo con los que hablaríamos más tarde,  sino, por el contrario, todo un horizonte inmenso, un campo de magníficas aventuras posibles. Dalambert decía que “el agua es la reina de todo, porque todo lo preside y todo lo contiene…”· Ellos mismos lo expresan en este libro: lejos de ser una limitación, el agua ha sido, finalmente, una extraordinaria fuente de inspiración, y nunca mejor dicho.

El agua como origen, como esencia de la vida, como principio y final de todo; el agua como transmisora de las culturas, como lugar de relación y conflicto entre ellas, como espacio donde se disuelven, se mezclan o se ahogan; el agua como memoria de lo que fue, constatación de los que es y espejismo de lo que será; el agua como imagen, como metáfora, como estimulo para la reflexión filosófica y la creación poética, como resbaladizo lugar para que nazcan el conocimiento y la palabra; el agua como fuente de placer, como mecanismo de diversión y de disfrute; el agua, y también su ausencia -la sequedad, el calentamiento global-, como signos de alerta ante el deterioro de nuestro propio planeta…

Teníamos el tema y nos dirigimos a la parrilla. Cernuda nos habla ahora de “la realidad y el deseo”… Había que programar de todo, para todos y a todas horas, con especial énfasis en los momentos en los que los pabellones de los participantes cierran sus puertas y la cultura se convierte en el plato fuerte de la oferta.

Y empezamos por los tres espectáculos que pretenden ser de algún modo la tarjeta de visita de la propia Expo, y que debían ser grandes, complementarios, hermosos, impactantes: el espectáculo noche, la cabalgata y el de la plaza temática “Inspiraciones Acuáticas”. Calixto Bieito nos propone en “Iceberg” una reflexión moral a través de la contundencia de las imágenes y del sonido; Pichon Baldinu en su “Hombre Vertiente” nos refresca una memoria ancestral, lúdica y participativa; Julian Gabriel y Le Cirque du Soleil nos hablan en “El despertar de la serpiente” del origen de las cosas, de los secretos del agua. Los tres se refieren a lo mismo, pero de manera diversa, con formas y colores diferentes, a través de lenguajes artísticos en los que son consumados maestros y que en el contexto de la Expo se tornan deliberadamente complementarios.

Pensamos después que era necesario también imaginar una programación de alta calidad artística, que incluyera propuestas originales, rigurosas, arriesgadas. Y así nació la programación del Palacio de Congresos (en donde también algunos países participantes presentarán sus propios espectáculos), y del Auditorio de la ciudad. Estos espectáculos de danza, teatro y estos conciertos de música clásica, debían ser capaces por sí mismos de atraer a Zaragoza durante la Expo a un público ya de por sí amante de la cultura. El agua en muchos casos ejerció aquí de aliada: fue fácil convencer a artistas como Albert Boadella, Darío Fo, Peter Greenaway, Jun Xing, Daniel Baremboim, Monserrat Caballé, Lorin Maazel, Zubin Mehta, o Goran Bregovich, y tantos otros, de que se inspiraran en ella y nos dejaran constancia de su magisterio, creando trabajos destinados a quedar definitivamente en nuestra memoria.

Para complementar la oferta temática, pensamos también en los llamados balcones: el de los niños, las músicas, las artes escénicas y las culturas, situados encima de los pabellones de los países participantes. Básicamente en cada uno de ellos se ofrecerá una programación a lo largo de todo el día, que en algunos casos se intensifica por la noche, de espectáculos infantiles, musicales, teatrales, coreográficos, etc, con una duración media de unos treinta minutos. En total se incluyen aquí más de 1100 sesiones de 455 espectáculos diferentes. Es una abrumadora oferta pensada para llenar los tiempos de descanso y convertir las pausas en pequeños momentos de placer.

Queríamos también que la noche de la Expo de Zaragoza constituyera una colosal oferta artística y cultural y que cualquier visitante encontrara su lugar, su ambiente y su forma de diversión. Situamos el corazón de la noche en el Anfiteatro para que miles de personas disfrutaran a pocos metros del río. Allí durante noventa y dos noches veremos desfilar a los mejores artistas del mundo en sus respectivos campos: desde Plácido Domingo hasta Mayu Mana pasando por Dulce Pontes, Estrella Morente, Patty Smith, Sara Baras, Toumani Diabate, Bjork, Gilberto Gil, Spray Cats, Enrique Morente, Salif Keita, Maria Creuza, y una larga lista de intérpretes, grupos, solistas, orquestas, etc, en donde se inscriben también los nombres de Santiago Auserón, José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonell, La Bullonera, Gabriel Sopeña y Carmen Paris. Junto a esta oferta musical en el interior del recinto, la participación de Bob Dylan, Gloria Stephan, y Enrique Bumbury en el exterior del mismo, por razones de capacidad.

Y en estas 92 noches hay también tiempo y espacios para otras disciplinas artísticas: las mejores compañías de teatro de calle de todo el mundo, las ruas musicales, performances diversas, el sarcástico humor del mejor cabaret, una representación extraordinaria de flamenco emergente, y un largo etcétera de manifestaciones, inclasificables la mayoría, venidas, en muchos casos, a propuesta de los países que nos visitan.

Por último, entendimos que el folklore aragonés, y la jota como manifestación especialmente enraizada en el sentimiento de esta comunidad, debería tener un lugar preferente, y eso nos llevó a coordinar nuestras ideas y nuestros recursos con otras instituciones que, como el Pabellón de Zaragoza, el de Aragón y el de la Diputación Provincial, sentían esa misma necesidad.

De todo esto se habla de manera pormenorizada en este libro, en donde los programadores y creadores de las aproximadamente cinco mil actividades propuestas expresan sus intenciones. Pero no es cosa de destacar solo los números, que son abrumadores, sin duda, o la calidad de lo que se intenta ofrecer, que de eso a los millones de visitantes de la Expo les corresponde decir la última palabra, sino de recordar la intención. Esta gran fiesta de la cultura y del arte, en donde el número de manifestaciones creadas por artistas locales es muy superior al de otros eventos similares, es el fruto de la puesta en valor aquella primera reflexión escrita: ser expresión misma de una idea que todo lo engloba. Por eso se dirigen al corazón y a la retina, al oído y a los sentidos, a las facultades intelectuales y a la piel de nuestros visitantes, con un mensaje que coincide al milímetro con lo que la Expo realmente significa. Eso constituye, tal vez, gran parte de su grandeza.

Me gustaría recordar, por último, que detrás de las ideas están siempre las personas que las llevan a la práctica. Y que yo he tenido la suerte y el honor de encabezar un equipo compacto, compuesto por hombres y mujeres jóvenes, inteligentes y generosos.

 Francisco Ortega

Director Artístico de Expo Zaragoza 2008.

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