Teatro de la Estación: la consigna va a ser resistir.

20070912085811-teatro-de-la-estacion

Publicado en «Primer Acto», Nº 261 (Noviembre-Diciembre 1995)

 

Describía en la última crónica la atmósfera de inquietud que se ha instalado en las conciencias de los profesionales del teatro en Aragón tras el reciente revolcón electoral. El panorama es de desorientación y de temor. Desorientación, por lo menos aparente, en los nuevos gobernantes, tanto autonómicos como municipales, ahora mayoritariamente pertenecientes a la derecha, y que parecen como agazapados a la espera de que el PP gane finalmente las elecciones generales para destapar sin rubor el tarro de las esencias y empezar a poner en práctica sus ideas y programas. Y desorientación también, aunque con gotas de temor, entre las gentes de la cultura, y más específicamente los del sector del teatro, que ven peligrar lo que parecía bien encarrilado, especialmente en lo referente a favorecer la existencia de una cierta industria del espectáculo en Aragón. Lo que había empezado a construirse durante estos años aparece nuevamente en peligro.

 No deja de parecer paradójico que en este momento dos compañías estabilizadas en el panorama teatral -el Teatro Imaginario y Tranvía Teatro-, decidan aunar esfuerzos, imaginación y recursos materiales y humanos para sacar adelante el Teatro de la Estación, una flamante sala alternativa, situada cerca del remozado Palacio de Aljafería de Zaragoza, con el propósito, a partir del 21 de Diciembre de 1995, de afianzar en ella una programación de repertorio que incluya en una primera fase puestas en escena de clásicos catellanos, aunque ya estén anunciando para más adelante otros proyectos escénicos de inspiración más contemporánea.

 Rafael Campos, profesor de la Escuela de Teatro y director de escena, Carlos Seral, técnico de iluminación y sonido, y Cristina Yáñez, actriz,  los tres de Tranvía, junto a Alfonso Desentre, director y actor, y María José Pardo, actriz, ambos del Imaginario, son los impulsores de este proyecto que ha aglutinado además a otras veinte personas, y entre los que figura Ricardo Joven, uno de los mejores y más veteranos actores aragoneses.

 Con algunos de ellos entablamos esta conversación.

 

A mal tiempo, buena cara.

Rafael Campos.- En realidad la idea no es de ahora. Como otra mucha gente de aquí veníamos acariciando desde hace tiempo el proyecto de abrir una sala estable. A pesar de las circustancias que describes, y que conforman un momento objetivamente no demasiado optimista desde el punto de vista de las instituciones, tenemos todos la confianza de que el barco puede llegar a buen puerto, no sólo porque otros proyectos similares están funcionando y bien en otras ciudades, sino porque fundamentalmente creemos que en Zaragoza hay un público para ello.

Ricardo Joven.- Sí, es verdad. Incluso a veces ocurre que los momentos de incertidumbre, de falta de claridad en las propuestas, etc, son los que más favorecen acometer proyectos que te implican de una manera tan peculiar. Quieras que no el sistema anterior te hacía depender en gran medida de unas subvenciones, unos circuitos consolidados, etc. En este momento en que eso se tambalea los deseos que estaban guardados en la trastienda afloran y se encaran con verdadera gana.

Alfonso Desentre.- De entrada el proyecto es totalmente privado. Es decir, nosotros vamos a invertir dinero personal en él. Aunque no conviene dar la imagen de que renunciamos a recibir ayudas de cualquier tipo. Y en ese sentido lo cierto es que, sin haberse concretado nada todavía, tenemos la sensación de que desde las instituciones, el proyecto del Teatro de la Estación es visto con evidente simpatía, por lo menos a nivel de comunidad autónoma.

 

Una compañía de repertorio.

Lo más novedoso del proyecto es, sin duda, el hecho de que por primera vez en Zaragoza se va a crear una compañía estable, compuesta por actrices y actores locales de gran experiencia y otros salidos recientemente de la Escuela Municipal de Teatro.

Rafael Campos.- Todas las temporadas queremos acometer un primer bloque de programación, que iría de Diciembre hasta Abril, y que lo integrarían textos clásicos universales. En esta primera tenemos previsto estrenar cinco textos castellanos, que estarán en escena tres semanas cada uno, lo cual nos va a obligar lógicamente a ensayar para renovar el repertorio y actuar al mismo tiempo, de jueves a domingo, haciendo doblete los sábados. Se trata de La venganza de Don Mendo, El caballero de Olmedo, El lindo Don Diego, Fuenteovejuna y Don Gil de las Calzas Verdes, dirigidos por mí. En Abril comenzaremos un ciclo de dramaturgos contemporáneos. Alfonso dirigirá entonces Edmond, de David Mamet, junto a otros títulos por decidir, etc.

Ricardo Joven.- También nos planteamos para un futuro no muy lejano abrir la sala a otras compañías afines, aragonesas o de fuera, y utilizar los múltiples espacios que la sala tiene para realizar cursos especializados, etc, y mantener una programación específica para los meses de verano.

F.O. Sorprende en esa relación de textos clásicos la inclusión de La venganza… ¿No tenéis miedo de que, además, al ser el primero imprima una imagen excesivamente comercial, con ciertos flecos reaccionarios, a una sala de nueva planta y objetivos renovadores?

Rafael Campos.- Lo estuvimos pensando durante un tiempo, efectivamente. Tal vez sea concretar demasiado en una línea que después no va a tener exactamente esa continuidad. Pero ocurre que la sala va a ser inevitablemente marginal por las limitaciones de su aforo, que ronda los ciento cincuenta espectadores. Nos resistimos de entrada a ser los marginales de los marginales… En La venganza de Don Mendo me he encontrado con un juguete disparatado, un astracán, un divertimento extraordinario, con una densidad inmensa de autoironía, que creemos atraerá claramente a buena cantidad de público a una nueva sala desconocida para él. Somos conscientes de los riesgos que asumimos con esta decisión, aunque puedo decirte que la hemos tomado después de haber pulsado la opinión, por ejemplo, de un buen número de profesores de literatura de colegios e institutos, con los que pensamos trabajar en los próximos años de forma muy continuada, estableciendo con ellos y con otros agentes sociales e instituciones -la Universidad, por ejemplo-, determinadas promociones de los espectáculos.

Carlos Seral.- No hay duda que en esta decisión han pesado mucho las razones que se apoyaban en el hecho de que La venganza de Don Mendo es un texto enormemente conocido por el gran público, y que, en ese sentido, es un buen reclamo para atraerlo por primera vez. Después trataremos de que siga viniendo…

F.O. ¿Tenéis de entrada una cierta voluntad de estilo a la hora de poner en escena estos textos? O dicho de otra manera, ¿queréis ofrecer al espectador una cierta «marca de la casa», de la forma como, por ejemplo, y salvando todas las distancias, desde un primer momento se pretendió hacer hace quince años en el Teatre Lliure, en Barcelona?

Rafael Campos.- Es necesario tener en cuenta desde el primer momento que cada nuevo espectáculo va a tener una producción muy limitada económicamente puesto que al menos en un primer momento nos vamos a alimentar exclusivamente de nuestras propias taquillas. A partir de ahí, efectivamente, nos gustaría que hubiese esa marca de fábrica, que será el resultado, claro está, del talento que sepamos imprimir a nuestro trabajo. La apuesta estética va a estar en saber conjugar bien los elementos con que contamos: un espacio propio y una infraestructura de iluminación, que nos va a permitir investigar en esa dirección, y, haciendo un poco de la necesidad virtud, esto es, partiendo de una pobreza de medios materiales. Le daremos una gran importancia al texto, a la calidad en la interpretación del verso. Por otra parte nos estamos planteando la posibilidad de utilizar un espacio escénico que en realidad sería una especie de espacio único como concepto de puesta en escena.

 

Una sala polivalente

Llegados a este punto es imposible olvidar la trayectoria del Teatro del Mercado. En los años ochenta fue una de las salas alternativas pioneras en nuestro país. Su gestión, como consecuencia del despego del propio Ayuntamiento hacia ella, fue languideciendo poco a poco, atravesando diferentes periodos en su decadencia imparable, a pesar de los esfuerzos de sus responsables más directos. Cuando el Teatro de la Ribera presentó el proyecto ante el Ayuntamiento de Zaragoza eran tiempos de esperanza y durante los primeros años el Teatro del Mercado supo crearse una imagen y un público fiel, tal vez el más exigente y culto que la ciudad ha tenido nunca. De sala alternativa pasó poco a poco a ser una sala sencillamente de desahogo a donde iban a parar espectáculos residuales, aunque todavía con notables excepciones. Por el camino se esfumó ese público, desorientado y mal tratado. Tal vez el Teatro de la Estación tenga que reinventarlo de nuevo, aunque los tiempos, desde luego, ya no son los mismos.

Rafael Campos.- Habrá entre ciento cincuenta y doscientas butacas. En principio la sala permite la polivalencia pero para estos cinco primeros espectáculos la acomodaremos a la italiana. El espacio escénico utilizable es amplio (siete metros de boca, otros siete de fondo y siete de altura), y al lado existe otro  que utilizaremos como sala de ensayo junto con otro más pequeño, como para unos cuarenta espectadores, con un escenario de cinco metros, en donde nos planteamos hacer más adelante otro tipo de espectáculos de más pequeño formato, teatro infantil, cabaret, etc.

F.O. Desde una perspectiva de actor experimentado, que estás plenamente curtido profesionalmente pues no en vano has trabajado en bastantes compañías, ¿cómo ves, Ricardo, esta nueva experiencia?

Ricardo Joven.- omo hemos dicho antes, a la mayoría de los actores aragoneses nos ha rondado por la cabeza más de una vez la posibilidad de disponer de un espacio propio de exhibición de nuestro trabajo, en donde sentirnos un poco como en casa. Hasta ahora las circunstancias lo han impedido y esta oportunidad me parece extraordinaria para hacerlo. Por otro lado está el factor estimulante de la aventura de lo que para todos nosotros es nuevo. No hay que olvidar tampoco el estímulo que va a suponer la mezcla de personas curtidas en este oficio con personas con unas calidades y cualidades personales increíbles y con menos experiencia. Esa mezcla seguro que llegará al público nítidamente en forma de una frescura especial, de un calor especial.

F.O.- Y , Alfonso, que has realizado con tu compañía durante estos últimos años un esfuerzo para presentar textos con cierto marchamo de vanguardistas, o en su caso al menos, de inequívocamente contemporáneos, ¿qué es lo que le encuentras de atractivo a un proyecto que comienza con cinco montajes a partir de clásicos fundamentalmente?

Alfonso Desentre.- Cundo entré en este proyecto ya había unas directrices marcadas con las que estuve de acuerdo pues me parecieron interesantes. Especialmente desde mi perspectiva de actor estoy disfrutando mucho, teniendo la oportunidad de encarnar personajes clásicos que no han sido la línea del Teatro Imaginario. Pero es evidente que, como director, estoy más interesado en la segunda fase: es decir, el trabajo con dramaturgos y dramaturgias actuales.

 

Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.

En el anterior número de esta revista, Pepe Monleón decía que «en nuestro país, las mejores representaciones teatrales han sido, casi siempre, las que estaban vinculadas a compañías o grupos que llevaban años de trabajo, a actores o directores que tuvieron la posibilidad de hacer de cada espectáculo el antecedente, el punto de apoyo o reflexión, del siguiente.» Desde esta perspectiva lo que el Imaginario y el Tranvía pretenden conseguir con su esfuerzo y su inversión constituiría, de lograr su objetivo, un paso cualitativo de gran importancia para el teatro aragonés. Que la suerte y el éxito les acompañe, por tanto.

Rafael Campos.- Y tengo el pálpito de va a ser así. Además tenemos una infantería -en la que nos incluimos nosotros-, que nos encontramos en una situación personal y profesional de tranquilidad y reposo, tan hechos ya a un destino aciago como es el que frecuentemente se vive por estos pagos, que, aunque no viniera nadie a vernos, seríamos capaces de continuar con esto. La consigna va a ser resistir pues ya sabemos que Zaragoza es una ciudad particularmente difícil para que algo cuaje inmediatamente. Y hablo desde el escepticismo de muchos entusiasmos quemados por el camino.

Anuncio publicitario
Explore posts in the same categories: Artículos en Primer Acto, Teatro en Aragón

One Comment en “Teatro de la Estación: la consigna va a ser resistir.”

  1. teatro de la estacion Says:

    «La consigna va a ser resistir pues ya sabemos que Zaragoza es una ciudad particularmente difícil para que algo cuaje inmediatamente»

    Resistir, afianzarse, inventar, ilusionarse…
    Seguimos resistiendo… Aquí estamos, 14 años después de la escritura del artículo.

    Gracias a todos los que creísteis en esta iniciativa.

    Un abrazo


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s


A %d blogueros les gusta esto: