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«La reunión»: Mariano Cariñena: autor (también…) de teatro del absurdo.

abril 13, 2014

(Este texto lo escribí como prólogo a «la reunión», texto de Mariano Cariñena, editado por Arbolé)

 

Dibujo de Mariano Cariñena

Dibujo de Mariano Cariñena

Dibujo de Mariano Cariñena

 

-Yo creo que…, podríamos empezar a hablar.

-No. Hemos de estar todos. Para eso se nos ha convocado.

-Será mejor esperar a que vengan.

-Es lo mejor. Esperemos.

-Pero, entre tanto, podemos hablar de cualquier cosa.

-Bueno. Yo no veo inconveniente.

-Pues lo hay. ¿Sabéis alguno de qué tenemos que hablar?

-No… No…. No…

-Entonces no podemos hablar de nada.

-¿Y eso?

-Porque si lo hacemos, podríamos hablar precisamente de lo que hemos de hablar.

 

 

En la ya larga vida de la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza, “La reunión”, texto escrito y dirigido por Mariano Cariñena, fue el taller número cuarenta y uno que se presentaba ante espectadores de la ciudad en uno de los llamados talleres de tercero. Concretamente el estreno tuvo lugar en Febrero de 1998 en el Teatro del Mercado, y en el reparto participaron Javier Bruna, Javier Carrascosa, Daniel Durán, María Ferrer, Paco Formento, Silvia García de Pé, Lucía Grafal, Arancha Martín, Susana Miranda, Beatriz Ortez, Ana María Pavía, Marian Perea y Amanda Recacha.

 

Para los que no lo sepan, puedo afirmar que los profesores de interpretación nos morimos de ganas de dirigir talleres. Es un trabajo específico y diferente al que normalmente realizamos dentro de las aulas. Y lo es por su doble condición de trabajo público, que exige que el resultado no solo sea digno, sino que aspire a rozar la profesionalidad, y porque que es también un momento en que los alumnos ponen en juego las habilidades aprendidas a lo largo de los tres años que dura su adiestramiento.

 

Aquel año le tocó a Mariano, y eligió su propio texto. Un texto que tiene una larga historia, que yo contaré, sin embargo, brevemente.

 

Mariano no solo adaptaba magistralmente textos de otros –de autores como su querido Arrabal, o Shaw, o Fassbinder, sino que escribía… de todo. Letras de canciones, narraciones breves, poemas satíricos, artículos de opinión, obras teatrales, y expedientes, muchos expedientes, porque su condición de director de la Escuela de Teatro le obligaba a ello. Y todo lo hacía con un estilo propio, meticuloso, perfeccionista, producto de su sabiduría, su intuición y su conocimiento de las leyes internas de la dramaturgia. Y, además, con persistente tendencia a proyectar en lo que hacía, un desbordante sentido del humor.

 

Desde hacía años –me atrevo a aventurar que más de quince- sacaba a relucir éste del que ahora estoy escribiendo. Yo he visto a chicos y a chicas de muchas generaciones peleándose contra sus palabras y sus silencios. Porque inicialmente “La reunión” fue concebida como un simple ejercicio en donde alumnos y alumnas debían defender y expresar un personaje, que siempre se llamaba Manuel, y que, en realidad era un número. Mariano modificaba el número de Manueles en función de alumnos y alumnas que en ese momento asistían a sus clases de interpretación. Hubo que esperar hasta 1998, por tanto, para dar el texto por concluido, porque ya iba ser puesto de largo en un teatro de la ciudad. Y, que yo recuerde, nunca más volvió a utilizarlo después.

 

La reunión es… una reunión. Una reunión de personas citadas de un modo absurdo, que están en un lugar absurdo, por una razón absurda, con el objetivo de hablar de algo que desconocen. Situación teatral sencilla y, a la vez, enormemente compleja, que obliga al actor y a la actriz a crear un personaje desde las desnudas palabras que le tocó en suerte decir. Nada más y nada menos. Porque de un plumazo Mariano se pasa por la piedra las teorías manidas de la construcción del personaje, de la elaboración a partir de una cierta verdad, una cierta sicología, un cierto porqué. Mariano con “La Reunión” les hacía la faena a sus alumnos de tenerse que enfrentar con algo diferente a lo que estaban acostumbrados, y los situaba justo en el ojo del huracán, en el corazón de la intemperie.

 

No hace falta ser muy culto teatralmente hablando, para descubrir el aroma del mejor teatro del absurdo, de Ionesco, en particular, de Beckett, o del propio Fernando Arrabal, a quien Mariano ya había estudiado en profundidad, tanto en la Escuela como en el Teatro Estable, y de quien ya en Mayo de 1966 había montado “Pic Nic en campaña” con el Teatro de Cámara, siendo la primera vez en su carrera en que se encargaba de todo: de la adaptación, de la escenografía y de la dirección de escena.

 

Léase este texto sin complejos. El lector tiene el permiso de reírse desde el principio, si así lo desea. El lector tiene también permiso, si lo prefiere, para angustiarse, y no le faltarán razones poderosas para ello.

 

Porque angustioso es estar en un lugar en donde no sabes exactamente porqué estas; es decir, algo bastante parecido a la vida misma, ¿no les parece?

 

 

                                      Paco Ortega (Diciembre 2013)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Conjunción de talentos. Veinticinco años de Caleidoscopio.

diciembre 19, 2010

 

Sonó el teléfono –en realidad esa mañana sonó muchas veces en la pequeña parte que ocupábamos los trabajadores del Departamento de Espectáculos de Expo Zaragoza 2008. Al otro lado, mi buena amiga Paloma Tausent, programadora de la Sociedad Estatal para Exposiciones Internacionales (SEEI):

-“Paco, necesito que me recomiendes una compañía zaragozana para que actúe en la Semana de España de la Royal Flora de Tailandia”.

Lo tuve claro desde el primer momento. Como me pedían seriedad, profesionalidad, eficacia escénica, ¿quién mejor que ellos, entonces?

No cuento esto ahora –después de que la actuación fuera un éxito indiscutible-, para ponerme una medalla retrospectiva (aunque me sentiría muy feliz si alguien me la pusiera…), sino para reconocer lo evidente.

Y lo evidente es que, sorteando dificultades, soportando ingratitudes, aplicando una dedicación modélica, estrujándose día a día las meninges de la creación y de la fantasía, Caleidoscopio ha conseguido asentarse donde ellos querían: en el lugar del respeto compartido, de la admiración, del reconocimiento a un trabajo honrado, eficaz y excelente.

Conocí a Roberto Barra y a Azucena Gimeno por separado, a principios de los ochenta, cuando apenas eran jóvenes que ya se preparaban a fondo, sin contemplaciones, con la claridad de quienes saben discernir desde muy temprano entre lo sustancial y lo anecdótico. Se formaron en España y en el extranjero, con sencillez y humildad, y aplicaron sus conocimientos para crear un lenguaje teatral original y novedoso, en una ciudad de escasas referencias anteriores. Conocí a Vicente Martínez bastante después, y observé su capacidad de organizar, de producir, de imaginar, de trabajar sin desmayo. Y entiendo ahora que esa conjunción de energías diferentes, de sabidurías complementarias, junto con las capacidades del resto de las personas que han pasado por la compañía, ha sido la clave de algo que, sin ninguna duda, se puede considerar un éxito, y del cual yo me alegro de todo corazón.

Los frutos están ahí, después de veinticinco años. Una aventura que termina bien en Aragón. Mejor dicho, que ya empezó bien, seguirá mejor y esperemos que no acabe nunca, para satisfacción de quienes amamos la cultura popular de nuestra tierra y valoramos el esfuerzo de quienes miran con generosa firmeza hacia el horizonte, y caminan sin complejos hacia él.

Miguel Garrido: ¿de qué color es el cielo de Hellín?

diciembre 7, 2009

Portada del libro

Se han celebrado ya en España dos presentaciones del libro “Miguel Garrido: ¿de qué color es el cielo de Hellín?”, que he escrito y que recientemente ha publicado la editorial Arbolé. La primera tuvo lugar el 11 de Noviembre en la Sala de la propia compañía Arbolé, en Zaragoza, y este fin de semana fue en Sevilla, en la Sala La Fundición.

A la primera asistieron su hija Elena y la madre de ésta, Carmen Hernández, que fue durante muchos años esposa de Miguel. En la mesa de presentación estuvieron presentes Marissa Noya, directora de la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza, que también prologa el libro, Esteban Villarrocha, editor e impulsor del proyecto, Elena Garrido y yo.

Miguel en Alemania

En el patio de butacas estaban además, entre otras muchas personas, Rafael García, amigo de la primera etapa alemana, María José Sarrate, alumna de Miguel en Zaragoza, Alfonso Pablo, actor y alumno de Miguel, Arancha Azagra, alumna y en la actualidad profesora de la Escuela, Tomás Fernández, director de Teatro Paraíso, Merche Lorente, antigua actriz de Tarima, y Mariano Anós, Mariano Cariñena, Rafael Campos, y otras personas que han colaborado en la edición, ya sea facilitándome materiales, cartas, fotografías, etc, o escribiendo algún texto para la segunda parte del libro en la que varias personas recogen aspectos puntuales de la vida personal y profesional de Garrido.

Fue un acto emotivo y entrañable. Junto a las personas citadas se reunieron muchas otras, interesadas por la figura del biografiado, ya sea de manera indirecta, o porque tuvieron relación con él durante los dos periodos en que residió en Zaragoza.

En Sevilla la segunda presentación coincidió el pasado día 4 de Diciembre con el estreno de la compañía Síndrome Clown en la Sala La Fundición de uno de sus trabajos coincidiendo con los diez años de su trayectoria. Precisamente Miguel Garrido fue, junto a Práxedes Nieto y Víctor Carretero, cofundador de este proyecto artístico empresarial que ha devenido en una realidad perfectamente asentada en los circuitos de exhibición andaluces y del resto de España.

Miguel dirige una escena en Sevilla

En la mesa, además de Víctor y de Práxedes, se sentó Pedro Alvarez-Ossorio, en su triple condición de director de la sala, amigo de Miguel y colaborador del propio libro que hizo una pequeña introducción del acto.

Al mismo asistieron, entre otras personas, Juan Bravo Castillo y Juan Muñoz, amigos de la infancia de Miguel, colaborador el primero en el libro, Inma Alcántara, actriz que mantuvo una larga relación personal con él, y actores, compañeros del Instituto del Teatro y amigos, entre los que estaban Jorge Cuadrelli, director de la Fundación Viento Sur, y Manuel Molina, antiguo actor de Esperpento.

La editorial Arbolé ha hecho un notable esfuerzo tanto en la edición de este libro que tiene una extensión de trescientas cincuenta páginas y un gran volumen de fotografías correspondientes a momentos de la vida de Miguel, como de espectáculos en los que él intervino como actor o como director. Ese esfuerzo suple con creces el desinterés de otras instituciones públicas que nacieron en Aragón precisamente para mantener la memoria de las personas más influyentes de nuestro teatro. Como editorial ha corrido íntegramente con los gastos de esta primorosa edición, auque el Ayuntamiento de Zaragoza y el Ministerio de Cultura aportaron diversas ayudas.

Se está trabajando en algunas presentaciones más, concretamente en Madrid, Vitoria y Bilbao, lugares estos últimos en los que Miguel dejó constancia de su magisterio y de su bonhomía.

Reivindicación del teatro de Víctor Mira

mayo 28, 2009

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(Escribí este texto como prólogo al libro que dedicamos a la producción teatral del pintor aragonés Víctor Mira. Se presentó en el Salón de Té del Teatro Principal de Zaragoza el 16 de Febrero de 2005.)

 

Los acontecimientos se suceden a veces con una vertiginosa lentitud. En “Arco 2003” Víctor Mira presenta su pieza teatral “Antihéroes” de la mano de Félix Martín y su compañía Luna de Arena, integrada entonces por los actores Ricardo Joven, Cristina de Inza y José Carlos Alvarez. Cuando el propio Félix se disponía a acometer su segunda incursión en los textos del pintor, en concreto en “El cielo de las mujeres”, él y todos los demás nos enteramos de su muerte.

¿Es necesario explicar más sobre las razones de justicia y de urgencia que nos han motivado a realizar este libro?

Hace unos meses tuve la inmensa suerte de presenciar en Berlín, junto con Ester Romero, compañera de Víctor Mira, el último ensayo de la versión alemana de esa segunda pieza, allí titulada “Himmel der Frauen”, con dirección de Ulrike Keller. El espacio era sencillamente maravilloso: una suerte de patio interior que unía el Deutsches Bank y el Museo Guggenheim, al comienzo de la mítica calle Unter den Linden, y a cien metros de la catedral y de la famosa isla de los Museos. La puesta en escena de Ulrike, pulcra y medida, destacaba con vigor interpretativo los aspectos simbólicos de la obra. Allí me percaté con claridad de algo que muchos ya sabían: aquel delgaducho jovenzano de ojos vivos –para más señas camarero de la todavía existente cafetería “Gora”-, al que por aquí no se le hacía demasiado caso durante los últimos años del franquismo, es ahora considerado en la ciudad de Bertold Brecht y de las vanguardias artísticas, como uno de los nombres claves de la pintura europea contemporánea. Para probarlo, durante esos días, coincidiendo con las representaciones de la obra, el Guggenheim exhibía además algunos cuadros de Víctor, de las decenas que posee en su fondo.

Por razones de agenda, no estuve en las representaciones, y me perdí esa orgía cultural que supone todos los años la llamada “noche de los museos”, pero he sabido con posterioridad que constituyeron un gran éxito. Un público numeroso y culto, seguramente buen conocedor de la obra pictórica y, en menor medida, de la obra teatral de nuestro paisano, abarrotó el patio y agotó las localidades.

El Centro Dramático de Aragón, a través de su Departamento de Documentación, presenta ahora por vez primera la obra teatral completa del pintor aragonés.

Una obra personal, sugerente, inquietante, que merece ser leída, primero y estudiada con rigor y atención después. Tres textos que, como no podía ser de otra manera, están indisolublemente unidos a esas imágenes desgarradoras de los cuadros de su autor, a esos colores fuertes y, a veces, sombríos. Personajes que deambulan, se explican, solicitan a su vez explicaciones, se recriminan viejas pendencias, antiguos conflictos entre ellos no resueltos, en ambientes reales y psicológicos brutalmente claustrofóbicos, que a mí me recuerdan los ideados por otro gran poeta y artista plástico, Jean Cocteau, en obras como “Los padres terribles”, los de Lorca en “La casa de Bernarda Alba”, y la desolación paisajística y espiritual por la que transitan las criaturas que Samuel Becket quiso que protagonizaran su ya imprescindible y canónica “Esperando a Godot”.

Tal vez el teatro de Mira adolezca de imperfecciones formales. ¡Qué manera tan extraña y heterodoxa de puntuar y de construir las frases! ¡Qué falta de atención por la estructuración teatral tradicional! ¡Qué innecesarias reiteraciones en algunos parlamentos! ¡Qué carencias tan extrañas en algunas descripciones!

Todo eso puede ser verdad. Pero les sugiero que vean algunos de sus cuadros y se empapen de sus cruces, de sus personajes entrevistos y martirizados, de ese color sanguinolento de algunos cristos yacentes que sirvieron para aterrorizarnos durante nuestra infancia, y lean ustedes estas tres obras.  Piensen después si no estamos ante otra forma de escribir una nueva forma de tragedia: inevitablemente plástica, rabiosamente contemporánea, impúdicamente autobiográfica, radicalmente subversiva, extrañamente simbólica y visionaria.

Los textos solicitados a Alejo Lorén, cineasta y amigo de la adolescencia de Víctor, y los de Ulrike Keller y Félix Martín -las dos personas que tanto en Alemania como en España mejor conocen las alegrías y los sinsabores de intentar encauzar esa desbordada imaginación poética en los límites prosaicos y materiales de un espacio escénico-, nos van a servir, sin duda, para empezar con buen pie a caminar de la mano de un hombre que, como decía Rimbaud, tenía siempre puesta la mirada en el infinito.

Para comprender los entresijos de esa mirada nos han sido muy útiles las horas de conversación personal y telefónica con Ester Romero, verdadera inspiradora de este libro que ahora presentamos, y ya, para siempre, amiga entrañable.

Francisco Ortega.

Director-Gerente del Centro Dramático de Aragón.

 

Si quieres entrar en la web oficial de Víctor Mira, pincha aquí.

Rafael Campos

mayo 23, 2009

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(Me pidieron que hiciera una semblanza de Rafael Campos, amigo de muchos años y compañero de aventuras, para una revista en la que se presentaban sus textos teatrales)

Es una de esas especies teatrales surgidas del esfuerzo de hacerse a sí mismo, a pesar de las circunstancias, las geografías y los naufragios.

Nacido en la periferia, en un territorio en donde hacer teatro es tan difícil como pescar ostras en el río que cruza por en medio, a veces arrasándolo todo y otras esparciendo su húmeda indiferencia por huertas y conciencias. Pero él, empeñado en la quimera, se me aparece siempre entre la abundancia y la escasez, en un punto medio, barruntando textos desde niño en Ateca, en la oscuridad de su cuarto infantil, promocionando iniciativas propias y extrañas, impregnándose de lo que ve y transpirando como incipiente ciudadano, consciente de la responsabilidad de serlo. Es decir, vinculando desde el principio de sus tiempos la conciencia democrática, los pantalones cortos, y la creación teatral en sus múltiples variables.

Han pasado los años. Nuestro chico ha crecido por dentro y por fuera. El profesor, ahora, no pretende ni consigue ocultar al escritor teatral que barruntaba sueños y estructuraba impulsos. Al contrario, con sus alumnos de la Escuela Municipal de Teatro, investiga y destila textos que reflexionan con extraña lucidez sobre el teatro mismo: “Proxemicas”, fue uno de esos especímenes que sirvieron para ponerle a los chicos y chicas que decían en aquel momento querer dedicarse al teatro, un espejo para que se vieran en el interior de su propio torbellino de relaciones y distancias.

El escritor prosigue su marcha y va perfilando también otro cauce por donde expresarse: un camino muy cercano a la tragicomedia, al vaudeville, a la comedia costumbrista. Por ahí salen los valleinclanes y los mihuras que leyera en su adolescencia torturada, y los cierzos de esa zaragozana gusanera que tanto le enfriaron esas manos que intentaban calentarse con las castañas imposibles de los asfixiantes sesenta y setenta. Y así nacen, entre otros textos, “Memorias de Bolero”, “Opereta de calderilla” y “Días sin nada”, etc., fotogramas en blanco y negro de una España precipitada en todos sus abismos, reciente y todavía presente muchos domingos en algunas tapias destartaladas.

Pero el escritor se retira un momento, y da paso al director de escena y al adaptador: Camus, Genet, Marivaux, Goldoni, Fassbinder, Berger, y muchos otros autores reciben de su mano instrucciones para ser vistos por el público, no sólo en los teatros de la ciudad, sino también en los circuitos más recónditos del país. Y es que nuestro hombre, astuto en su humilde pero firme estrategia de irle ganando puntos a la ferocidad de la nada, se inventa la compañía del Tranvía Teatro, primero, y el Teatro de la Estación, después. Ya lo tenemos hecho un empresario.

Un día me dijo: no quiero ser marginal entre los marginales. Dicho y hecho: en su sala de apenas un centenar de espectadores empieza a combinar las clases y los cursos, con los ciclos de compañías y espectáculos que presentan hallazgos y nuevas propuestas. No le hace ascos tampoco, a veces, al pequeño teatro comercial, y así, entre prudencia, créditos, tenacidad y aguante, afianza junto a Cristina Yáñez un lugar en donde se habla y se ve, en donde se escucha la palabra y se distinguen los cuerpos de la mejor danza. Si alguno de los lectores de estas líneas apresuradas conoce la dificultad que en la periferia de España tiene afianzar estructuras culturales, comprenderá que, llegados a este punto, nuestro hombre se haya quedado calvo, pero de una calvicie feliz, compensada y brillante.

Y por último, asume la gestión del Teatro Principal, histórica patata caliente, municipal y espesa como pocas. ¿Qué hacer con ese teatro?, esa es la pregunta que siempre nos hicimos los que tuvimos alguna relación con esos muros bicentenarios. El no decía nunca nada, hasta que le encomendaron hacer algo. Maquilló lo de fuera y arregló lo de dentro. Cicatrizó de un plumazo históricas heridas, y, sin despertar sospechas ni provocar escándalos, cambió la programación y el sentido de la misma. Provocó, por tanto, una revolución incruenta que a todos nos ha beneficiado.

Profesor, escritor, director, gestor, pues. Es decir, conoce lo que se lleva entre manos. Y todo eso no le impide reírse mucho, apasionarse con las peripecias de los equipos deportivos de su tierra, leer a sus filósofos favoritos, y tomarse una copa con sus amigos de vez en cuando. Es, por tanto, una persona normal: lúcido, inteligente, cauto, enamorado de la vida y enamorado del teatro.

Un lujo del día a día: Rafael Campos.

Cronología sentimental de un proyecto teatral

mayo 23, 2009

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Escribí este texto como prólogo para el libro de Fernando Fernán Gómez y no llegó a publicarse. Desde el Gobierno de Aragón en esta ocasión se tomó la decisión de que fuera la Consejera, Eva Almunia, quien lo hiciera.

 

1.

Cuando fui nombrado Director del Centro Dramático de Aragón (CDA) a mitad del verano de 2002, tomé contacto de inmediato con los responsables de todos los teatros públicos españoles, tanto para anunciarles de primera mano nuestro nacimiento, como para establecer posibles acuerdos de colaboración para el futuro. De todos ellos recibí una calurosa acogida, proporcionándome ideas, sugerencias y oportunos consejos.

Uno de ellos fue, naturalmente, Juan Carlos Pérez de la Fuente, máximo responsable del Centro Dramático Nacional (CDN), que me dispensó una extraordinaria cordialidad en su despacho provisional de la calle del Príncipe, puesto que el Teatro María Guerrero estaba en sus últimas fases de rehabilitación. Allí estaba con él Rosario Calleja, y Julio Alvarez, fallecido muy poco tiempo después, a quien desde estas líneas quisiera dedicarle un recuerdo entrañable.

Como digo, Juan Carlos fue muy afectuoso y de esa primera entrevista surgió la posibilidad de que el CDN, el más veterano de cuantos teatros públicos existen en España y que en 2004 celebra su veinticinco aniversario, colaborara de alguna manera con el más reciente de todos, es decir, con nosotros. «Piensa algo…», recuerdo que me propuso. Y comencé a pensar, agradeciéndole ese punto de confianza en nuestra gestión, y lo que consideré un valioso gesto de apoyo a nuestra consolidación como centro dramático. Un poco más tarde, dentro de los «Encuentros sobre Teatro Público en España», que organizamos coincidiendo con el Festival de Teatro de Alcañiz, volvimos a hablar de ese posible proyecto, que comenzó a tomar la forma de una (posible NO!) coproducción entre ambas instituciones.

 

2.

Todo empezó, pues, como una aventura. Y ha acabado como un sueño. Buscábamos un texto que sirviera como soporte para uno de los espectáculos de nuestra segunda temporada. Nos parecía oportuno que, tras haber comenzado con un «Ricardo III», de William Shakespeare y dirección de Carlos Martín, en la primera, ese texto estuviera relacionado o fuera ahora de un clásico español. Pensamos que la circunstancia de que en el año 2005 se conmemorara la aparición de la primera edición de El Quijote nos ponía en bandeja a Cervantes. Primero, por ser quien es. Segundo -por qué no confesarlo-, puesto que un centro dramático recién nacido necesita y debe estar presente en conmemoraciones importantes, enraizadas con nuestra tradición cultural, para dar a conocer adecuadamente sus intenciones y espectáculos en ámbitos nacionales e internacionales.

Delimitado el tema (Cervantes-El Quijote), nos faltaba el título y las personas que se encargarían de adaptar y/o escribir la obra y, posteriormente, llevarla a escena.

Y de pronto, a finales de Noviembre, surgió la pregunta: ¿Porqué no le pedimos a Fernando Fernán Gómez que nos escriba algo sobre el Quijote…? Fernando, a quien todos admiramos como se admira a uno de los pocos iconos indiscutibles de nuestro teatro y nuestro cine español, es un gran conocedor de la figura de El Quijote y del significado de la obra cervantina, por la que, es sabido también, siente una profunda admiración.

¿Y si ese fuera el proyecto que produjéramos con el CDN?

Y resulta que Fernando nos dijo que sí. Y que escribió en menos de cuatro meses un texto magnífico titulado «Morir cuerdo y vivir loco», apuntalado a partir de las dos virtudes que inicialmente le atribuíamos: el amor y el conocimiento por el personaje y el autor, por el significado y la envoltura del libro de los libros de nuestra literatura española. Quedaba un fleco: ¿quién dirigiría la obra?.

 

3.

Kathleen López, entonces Jefe de Producción del CDA, amiga entrañable y fiel colaboradora de Fernando durante muchos años, me informa a finales de Abril que él podría ser finalmente quien dirigiera su propia obra, algo que no entraba ni en la más optimista de mis esperanzas…

A partir de ahí todo fue fácil. Juan Carlos Pérez de la Fuente y yo recibimos la noticia con el alborozo que merece, sabiendo que entre ambos teatros públicos contribuimos a hacer historia del teatro en España, acercando nuevamente a Fernán Gómez a una de sus más queridas actividades: dirigir a sus colegas los actores, y a partir de una obra que nos pidió tiempo para leerla otra vez, ahora con ojos de director de escena. Un honor, un milagro. Algo que no tiene precio y que el teatro aragonés recordará siempre como un hito en su peculiar historia de esfuerzos y conquistas.

 

4.

Comienzan las maniobras de producción: audiciones, pruebas, bocetos, selección de colaboradores, infinitas reuniones… Un trasiego de idas y vueltas de casa de Fernán Gómez a Madrid, y de Madrid a Zaragoza. Trabajo infatigable, pero apasionante, del que todos hemos aprendido y gozado. Porque, además de las virtudes reconocidas, Fernando es un hombre cálido, sabio y con un sentido del humor que no le cabe debajo de la camisa. Y porque sus inesperadas tertulias son, a pesar de que él no lo pretenda, como estar con Sócrates en el ágora, escuchando hablar a quien asocia y disocia, analiza y bromea, abstrae y contrae las ideas, y pasa por el filtro de la más inteligente de las socarronerías los más afilados dogmas de nuestro oficio y de la vida misma. Y junto a él, la cordial e inteligente discreción de Emma Cohen, casi siempre invisible, pero rotundamente necesaria, y ya, para siempre, amiga.

 

5.

Y aquí estamos a finales de 2003: con los deberes terminados, y ese regusto de felicidad que los grandes proyectos, y las grandes personas, siempre dejan en los corazones. Ahora, que el público y los lectores juzguen los resultados.

                                                    Francisco Ortega

              Director-Gerente del Centro Dramático de Aragón.

El BV80 y los primeros pasos de la libertad.

mayo 22, 2009

Hubo un periodo de la historia reciente de esta ciudad que recuerdo como si fuese una especie de Mayo del 68. Sé que exagero, y que los historiadores profesionales podrían recriminarme tan flagrante y anticientífica inexactitud. Asumo los riesgos: pero para mí, insisto, lo más parecido al Mayo del 68 en Zaragoza, una ciudad habitualmente estabilizada en una cierta rutina ambiental, fue el periodo que va entre 1979 y 1984.

Me consuela pensar que tampoco los historiadores franceses e internacionales tienen demasiado claro a estas alturas del partido el significado exacto de aquella revuelta, festiva y comprometida al mismo tiempo, aquel caos organizado, aquella conjunción telúrica entre el azar y lo que bastante después bautizaron los que tenían precisas lecturas, como fuerzas del trabajo y fuerzas de la cultura. Ya no me refiero sólo, naturalmente, al significado local, esto es, parisino y/o francés, sino al universal, que nos afectaría de una manera u otro a todos los demás, y de manera especial a quienes, huérfanos de libertad y libertades, necesitábamos ejemplos y horizontes accesibles. Por tanto, mientras se ponen de acuerdo, déjenme recrearme en mis excesos verbales.

Éramos jóvenes, estrenábamos democracia, nos gustaba el vino, hacíamos nuestros pinitos en política clandestina (creíamos que habíamos sido decisivos en la caída de franquismo, olvidando tan pronto lo evidente: ese señor con botas se había muerto esperpénticamente en la cama, pero de “motu proprio”…), éramos arrogantes, éramos razonablemente felices. Pero, como siempre pasa, de esa felicidad solo nos damos cuenta con carácter retroactivo. Esto es, cuando ya no lo somos, o cuando ya casi tenemos asumida nuestra dosis diaria, para nuestra desgracia.

Salíamos de un oscuro túnel de falta de libertad y de libertades. Aprendimos a vivir, a votar, a no votar, a criticar en los periódicos, en las asambleas, en los debates. En parte fue sencillo, porque teníamos muchas ganas de hacerlo, pero también difícil, porque tuvimos que adaptarnos el ritmo de pensar y expresar casi a la vez nuestros pensamientos, superando esa personal dislexia que provoca tantos años de censura y autocensura. Vivir la libertad, como aprender a montar en bicicleta, tiene también sus dificultades. De hecho ya lo intentábamos desde hacía años en fábricas, facultades y actos culturales, pero con reservas, a modo de entrenamiento, mirando en el cineclub de turno a ese señor de la gabardina que, inequívocamente era un agente de la temida brigada político-social, cruel y verdadera, pero también imaginada, magnificada, convertida en omnipresente por nuestro propio miedo.

De aquella época, como de todas las importantes, cada uno recuerda las suyas, y yo tengo dos muy presentes todavía.

El primer pleno municipal en Zaragoza que vi desde un cuartucho a modo de “gallinero”, cuando Ramón Sainz de Varanda (el alcalde que le hablaba siempre en latín a ese Papa que se acaba de morir y que tanta afición le cogió a venir por aquí), en una onda similar a la de Tierno Galván en Madrid, e incluso, salvando las distancias, a la de François Miterrand en París, se dirigía a la oposición en términos de firmeza política un poco jacobina, no exenta, sin embargo, de cortesía personal, con un cierto toque balsámico, made in Compañía de Jesús. Tierno Galván y Sainz de Varanda nos sorprendieron a todos los españoles en general, y a los zaragozanos y madrileños en particular, con un nueva manera de ser alcaldes, representando ambos un similar personaje popular y populista, que parecía que habían ensayado años antes en el grupo teatral de Alfonso Guerra, sin que de esto se enterara Felipe González.

Sea como fuere, parecía como que de la mano de estos señores se hubiese tomado en ese momento, y de manera educada, algún palacio de invierno. Y en cierto modo era así, porque el ayuntamiento, como símbolo institucional, reflejaba a la perfección los aspectos más coercitivos y cercanos del sistema anterior, y seguramente de todos los sistemas. Todas las multas ahí se pagaban, a modo de signo inequívoco de sanción y penitencia contra los que habían aparcado mal el auto, es decir, quienes habían desafiado el orden fascista en cuanto al tráfico se refiere. Allí también eran históricamente citados quienes habían nacido con el dudoso privilegio de tener que servir al glorioso ejército español, elemento vertebrador por excelencia de una patria unida en contra de sus propios ciudadanos. El sólo hecho de ir intimidaba, porque la razón no podía ser nunca buena. Por unos instantes, en aquel pleno municipal que siempre regresa a mi memoria, me hice la ilusión de que éramos compañeros de trinchera de “Dani el Rojo”, y habíamos descubierto como él las playas que existían por debajo de los adoquines de Zaragoza. Años más tarde comprobamos que esas aguas no eran marinas, sino las residuales que iban a parar al Ebro, pero aquel caserón fue de pronto un poco nuestro, de que la mili y las multas de tráfico eran vestigios del pleistoceno medio, e incluso de que las esculturas de Pablo Gargallo, antes tan solemnes y disuasorias, se les había puesto un aspecto servicial y hasta simpático.

Qué ingenuos.

Y me acuerdo especialmente bien de otra cosa: de las noches. (¡Cómo no voy a acordarme si el insomnio actual es un tributo que pagaré de por vida!). De las noches y las madrugadas, con muchos botellones interiores y pocos exteriores, en proporción inversa a la actual. Con una asociación entre los grados de la ginebra y los de la profundidad de la conversación. Delirio y reflexión, por tanto. Alcohol y marxismo de recetario, pero útil para ir transformando el mundo mientras nos reíamos un poco del propio mundo. Sexo (sí, sexo, por fin!!!) y debate sobre formas y fondos de la cultura. Unión de placer y responsabilidad cívica. Una moderada orgía de optimismo y compromiso.

Y ese deporte nocturno se practicaba en esta ciudad de manera especial en algunos ateneos de la libertad. Es decir, en algunos bares.

Para mí fueron tres: el Bonanza, el Colores y el BV80.

Los tres tenían diferencias y parecidos, personalidades y clientelas distintas, pero también comunes. No eran impensables los trasvases (de gente, claro), las dobles y las triples militancias. En los tres se hablaba. En los tres se bebía. En los tres se fumaba. En los tres las parejas estables e inestables comenzaban las maniobras de acercamiento sin que ninguna trompeta celestial, excepto las de Miles Davis o Chet Baker, se escuchara en las alturas. De los tres se salía muy tarde, eso sí, con el mundo y nuestras vidas relativamente arreglados y compuestos. Espejismos. Pero los espejismos sólo se producen cuando hay luz, mucha luz y mucha sed, sin duda. Y aquellas maravillosas noches estaban muy bien iluminadas, y eran muy, muy, pero que muy sedientas.

No quiero recordar lo obvio: en el BV80 se participaba interactivamente en actos culturales, en representaciones teatrales de marcado carácter vanguardista, en conferencias liberadoras que provocaban acalorados debates, en excelentes exposiciones pictóricas que suscitaban reflexiones y teorías. Se escuchaba también a músicos que después han triunfado, y otros que triunfaron menos pero que supieron también poner corcheas a esa energía colectiva liberadora.

En algún lugar he escrito que a un bar nunca se va para beber. Se va para ver al dueño. Sé que otra vez exagero: lo mío, por lo que se ve es un vicio ya arraigado. Pero quiero decir y digo que la coca cola con ronbacardí es igual en todos los bares, pero la manera de servirla no. Y la manera de pedirla, tampoco. Y el ambiente en que se bebe… Y la disposición de las mesas que permite ver los bosques, o no verlos… Y la disposición de las almas… Y… En fin…

Quiero decir y digo que Manolo, Ángel y el pintor Blasco Valtueña, las tres personas que en aquellos tiempos regentaban esos lugares, ahora de culto, ahora objeto de reflexiones y de libros, en aquel momento se la estaban literalmente jugando, y ganaron. Le ganaron a la historia un pedacito de libertad. Nos pusieron la cama para realizar nuestros afanes amorosos, políticos e intelectuales, para seguir lo que enfáticamente llamábamos “línea correcta”, en cuanto a lo lúdico se refiere. Sin ellos todo hubiera sido peor y, desde luego, diferente. Fueron pioneros, exploradores, aventureros. Decirlo es fácil. Hacerlo no. Y ellos, como creían en lo que hacían, lo hicieron.

Zaragoza, 9 de Abril de 2005.

Textos introductorios

mayo 21, 2009

 

"Iceberg", en el espacio abierto del río Ebro.

"Iceberg", en el espacio abierto del río Ebro.

 

 

Estos textos explicaban someramente, dentro del Libro de Espectáculos de la Expo, tanto las características fundamentales los diferentes espacios en sí mismos en donde se presentaban, como la naturaleza de los espectáculos programados en ellos.

 

Anfiteatro del río Ebro.

Este espacio, situado en la orilla del río y dotado de un escenario de treinta metros de boca y veinte metros de profundidad, a partir de las doce se convertirá en el corazón musical de las noches de la Expo. Dispone de las mejores condiciones acústicas y una capacidad para diez mil personas, entre el graderío y una pista de grandes proporciones a modo de proscenio.

Noventa y tres noches de música organizada temáticamente. Cada día de la semana un estilo y un género diferentes.

Música para escuchar, para bailar, para disfrutar de la brisa…

Los mejores artistas en los diferentes géneros musicales: cantautores, grupos de pop y de rock, orquestas y grupos latinos, zarzuela, lírica, percusión, momentos para la nostalgia, performances internacionales, fusiones increíbles, artistas que invitan a artistas, grandes musicales nacidos en Broadway, leyendas de la música contemporánea, mitos de la gente más joven y del público más veterano.

Al término del espectáculo noche, en las inmediaciones del Pabellón Puente y en la orilla del Ebro, el ambiente más fresco y relajado para que miles de personas disfruten de su música preferida.

Para que nadie se quede sin música en la Expo.

 

Balcón de las Artes Escénicas

Es un espacio cerrado, con un escenario fijo de diez metros de boca y once de fondo, dotado técnicamente para acoger espectáculos de danza y teatro contemporáneos, recitales, debates, conferencias, proyecciones cinematográficas, performances, etc.  Este lugar admite a trescientos quince espectadores sentados.

 La programación teatral está integrada por espectáculos venidos de todo el mundo. Es variada, interdisciplinar, contemporánea y, en buena parte, divertida.

 La de danza es una muestra fidedigna de las últimas tendencias internacionales en este terreno de la creación.

 Si la consideramos en sí misma, esta programación en su conjunto equivale a un festival de las artes escénicas de gran ambición cultural y proyección para el futuro de la ciudad de Zaragoza.

 Los espectáculos tienen una duración aproximada de cuarenta minutos. Son, por tanto, cortos de duración, pero intensos en emociones estéticas, en sorpresas y en ideas artísticas.

 Muchos de estos espectáculos han sido pensados para Expo Zaragoza 2008. Buena parte son estrenos absolutos. Algunos de ellos tienen relación con el tema del agua y del desarrollo sostenible.

 Cada espectáculo se representa varias veces a lo largo del día.

 

 Balcón de las Culturas

 Es un espacio abierto y cubierto dotado con un escenario modular de diez metros de boca y diez de fondo, y capaz de albergar a doscientos espectadores sentados.

 Este es el espacio que los países participantes disponen de manera preferente para presentar sus espectáculos de pequeño y medio formato.

 La programación no tiene más límites que los que se derivan de sus propias circunstancias arquitectónicas. Será, por tanto, un espejo perfecto, y en libertad, de las diferentes realidades artísticas y culturales de todo el mundo.

 Aquí todo es posible: desde espectáculos de percusión hasta recitales de los músicos más sorprendentes; desde la danza más contemporánea a las manifestaciones folklóricas más enraizadas en sus lugares de origen. La modernidad y la tradición como dos caras de la cultura.

 Cientos de artistas llegados de todos los confines del planeta se darán cita en este punto del recinto Expo, pensado para que la sorpresa se convierta en algo cotidiano, para esperar lo menos esperado, para disfrutar de momentos que no habíamos previsto y que, sin embargo, después nunca podremos olvidar.

 

Balcón de las Músicas

 Es un espacio abierto y cubierto, pensado para que unas doscientas personas sentadas puedan disfrutar de actuaciones musicales diversas.

 En este Balcón tienen cabida todos los estilos musicales:

 Las músicas del mundo, la percusión, el folklore y, en especial, la música popular aragonesa.

 Los recitales de cantautores. La poesía servida a través de la música. Los innumerables registros de la voz humana.

 Los grupos del mejor jazz, de las mezclas entre estilos, las fusiones, los intercambios.

 Las tendencias más actuales, los estilos urbanos con más personalidad y presencia.

 A veces, un lugar para las minorías.

 

Balcón de los Niños

 Espacio semiabierto, con un excelente escenario de ocho metros de boca por siete metros de fondo,  y con una capacidad para doscientos espectadores.

 Es el lugar donde todos los visitantes, pero de forma especial los niñas y niñas, podrán disfrutar de una programación variada, integrada por espectáculos de teatro infantil, títeres, marionetas, y un largo etcétera de posibilidades, a cada cual más apetecible y divertida.

 No es una programación pensada para que el tiempo pase sin más en el recinto de la Expo, sino exactamente lo contrario: para que el tiempo se detenga contemplando trabajos escénicos brillantes, originales, impactantes.

Hemos partido de la consideración de que los niños y niñas que visitarán la Expo son también un público inteligente, que quiere comprender y gozar con las mejores manifestaciones artísticas del mundo pensadas a su propia escala: pequeña de tamaño pero inmensa en relación al futuro.

 Allí veremos compañías venidas de todo el mundo, con una gran participación de grupos y artistas aragoneses.

 

 Cabaret Líquido.

 Esta actividad se desarrolla en el Balcón de las Artes Escénicas tres días a la semana, de Lunes a Miércoles, en tres pases diarios: a las 21 h. 30´, a las 23 h. 15´, y a las 01 h. 00´.

 Un espacio para la evocación, la nostalgia, pero también para la inteligencia y la picardía.

 Cinco formas de cabaret:

 cabaret anarquista, cabaret ibérico/Cañí, cabaret oriental, cabaret Berlín-París, cabaret del Este.

 La compañía andaluza Lavi e bel ha diseñado estos programas en los que se integra la participación de un artista invitado.

 Para desconectarse de todo, para pasar un rato inmejorable, tierno y canalla al mismo tiempo. Para escuchar monólogos, o canciones de Bertold Brecht, o boleros, o cuplés, para ver los mejores trucos de magia, los mejores malabares. Para reírse con ganas, para llorar de emoción, para cogerse las manos, para recordar un tiempo que fue, aquí o allí, y vislumbrar un futuro que será.

 

Teatro de Calle (1). Las compañías itinerantes.

 Doce grandes compañías de teatro itinerante de calle mostrarán sus espectáculos todos los jueves y los viernes a las 23 h. 30´ en la Avenida 2008, un espacio abierto de una longitud de seiscientos metros, situado entre los edificios Ronda y los Ebro.

 Cuatro compañías españolas -dos aragonesas-, tres francesas, una colombiana, una holandesa y una sudafricana.

 Pirotecnia, artefactos rodantes, acróbatas, bailarines, malabaristas, músicos…, una fábrica de sensaciones inteligentes y extremas.

 Todo un lenguaje artístico que convierte la arquitectura en espacio acogedor, habitable, humano, pero también inquietante e inhóspito. Un género teatral lleno de matices y colorido, que envuelve y hace participar sensorialmente a los espectadores con sus propuestas impensables.

 El ingenio al servicio del arte teatral, la ingeniería como disciplina artística. La calle: el lugar donde el teatro residió durante siglos acogiendo ahora metáforas rodantes sobre el mundo en el que vivimos, la industrialización, la soledad en las grandes ciudades, la fiesta y el bullicio incontenibles.

 

Ceremonias de inauguración y clausura.

 Se desarrollarán en el Palacio de Congresos y el escenario natural del río Ebro. Tendrán lugar los días 13 de Junio y 14 de Septiembre de 2008, respectivamente.

Las ceremonias de inauguración y clausura serán dos momentos distintos, compuestos de varios episodios, pero que participarán de similar tratamiento artístico y organizativo.

 Son condiciones esenciales de ambos momentos tanto su capacidad para ser disfrutados en directo por los asistentes, en los diferentes lugares en donde se desarrollan, como retransmitidos adecuadamente por televisión e Internet a todo el mundo.

 Sin descartar en absoluto la utilización en ellos de las últimas tecnologías del espectáculo, se considera todavía más importante la preponderancia de los elementos humanistas: la participación de las personas, el guión, el tratamiento de los temas, la presencia de invitados, etc.

 Estas ceremonias deben ser coherentes también con los propios objetivos que la Expo defiende. Deben servir, por tanto, como informadores adecuados de sus mensajes principales, y serán vehículos de las emociones que el evento intenta provocar.

 

 Día de la Cultura Popular Aragonesa

 Se celebrará a lo largo del día 15 de Agosto en diferentes lugares del recinto.

 El diseño y coordinación de este gran acto, que intenta rendir un homenaje a los principales aspectos de la cultura popular aragonesa, ha sido encomendado a Paco Paricio, director de los Titiriteros de Binéfar, compañía teatral que ha recorrido el mundo entero y todos los confines de nuestra comunidad.

 Gigantes, cabezudos, caballitos, bestias, tragachicos…, son algunos de los personajes que intervendrán en este acto.

 También los ritos festivos más significativos y característicos de Aragón: despertadoras, albadas, dances, rondas, contradanzas…

 Animada por una comparsa festiva compuesta por el alcalde, la maja, el alguacil, etc, la Fiesta Mayor de la Expo se articula como un día especial que tiene en dos grandes desfiles –la concentración de gigantes y la verbena tradicional de fin de fiesta-, sus actos centrales.

 Ese día por todos los lugares del recinto se respirará un aire típicamente aragonés y se escucharán todas las músicas de esta tierra.

 

 El Día de la Mujer

 A lo largo del 19 de Julio, y durante toda la semana,  una serie de actos nos irán recordando que la Expo rinde un tributo a la lucha constante de la mujer a lo largo de la historia para conseguir la igualdad de derechos en la sociedad.

 Actuaciones como la de la cantante brasileña María Creuza en el Anfiteatro del Río Ebro, o el estreno de “Sirena a la Plancha”, espectacular coreografía de Sol Picó, son momentos estelares de la jornada.

 En todos los lugares del recinto, espectáculos, conciertos y acciones artísticas protagonizadas por mujeres.

 

La Cabalgata: “El despertar de la serpiente”

 Todas las mañanas a partir de las doce, la Cabalgata de la Expo recorrerá el recinto realizando cinco paradas, desde la escultura de Jaume Plensa, en las inmediaciones del Palacio de Congresos. La duración aproximada será de una hora y veinte minutos.

 Le Cirque du Soleil firma este maravilloso espectáculo cuyo director escénico es Julian Gabriel, uno de los nombres indiscutibles del mejor teatro de calle.

 El despertar de la serpiente” es un cuento que se nutre de todos los cuentos. El agua es un motivo para rastrear en la mitología, en las raíces de la cultura popular, en los sueños y anhelos ancestrales de la humanidad.

 La gran serpiente se desplazará diariamente por las avenidas y los lugares más emblemáticos de nuestro recinto, precedida y acompañada por los grandes bailarines, acróbatas, zanquistas, actores y malabaristas del Cirque du Soleil, la compañía canadiense que mantiene espectáculos fijos e itinerantes en diversos lugares del planeta con un éxito sin precedentes.

 Es la cita matinal obligada en Expo Zaragoza 2008.

 

 El Día del fuego

 Como último acto del Día Nacional de España en la Expo, y organizado en colaboración con la Sociedad Española de Exposiciones Internacionales, se programa un espectáculo pirotécnico especial, de unas dimensiones extraordinarias.

 El diseño del espectáculo pirotécnico con el que culminan los actos del Día Nacional de España ha sido encargado al artista francés Crhistophe Berthoneau, especialista que ha mostrado trabajos anteriores en todo el mundo en los principales eventos de los últimos años: Juegos Olímpicos de Atenas, Expo de Lisboa, Forum de Barcelona, etc.

 Berthoneau ha conseguido convertir la pirotecnia en un lenguaje fronterizo con el teatro y las artes plásticas. Sus espectáculos tienen vigor dramático, sentido argumental y una capacidad de crear imágenes poderosas y expresivas.

 El recinto de Expo se convierte así durante cuarenta minutos, a través de estos maravillosos fuegos de artificio, en una unidad de expresión artística. Sus principales edificios y espacios abiertos serán transformados durante el tiempo que dura este espectáculo, realzando sus características y descubriendo aspectos desconocidos para el visitante.

 

Espectáculo especial: “El hombre vertiente”.

 Seis pases permitirán que diariamente miles de personas puedan disfrutar este espectáculo presentado en la Plaza Temática “Inspiraciones Acuáticas”, un espacio diseñado al efecto y compuesto por un graderío y una gran pista central de treinta metros de diámetro, situado en la ribera del Ebro entre el Pabellón Puente y el Puente del Tercer Milenio.

 La idea y dirección artística de “El hombre vertiente” corresponden a Pichón Baldinú, director argentino mundialmente reconocido como una referencia indiscutible en la creación de coreografías aéreas. La producción es de Ojalá.

 La acción se desarrolla en el escenario central y sobre la cabeza de los espectadores. Es un trabajo para dejar volar la imaginación, para bailar al son de una música racial y hermosa, para participar intelectual y sensorialmente de un espectáculo sobre el agua en su lado más salvaje y, al mismo tiempo, a través de su visión más poética.

 Aquí volar no es una metáfora, sino una posibilidad real.

 El espectador debe decidir entre ver sentado el espectáculo o confundirse con el envolvente juego de unos increíbles artistas de imposible clasificación.

 

Espectáculos de producción propia

 La Exposición Internacional de Zaragoza se ha organizado a partir de un tema central: el agua y el desarrollo sostenible. Por eso, dentro de la programación global de espectáculos, se han incluido algunos de producción propia que representan el mejor exponente de su propia razón de ser y de los mensajes que pretende transmitir.

 Estos espectáculos son:

 las ceremonias de inauguración y clausura,

el espectáculo noche (“Iceberg”),

la cabalgata (“El despertar de la serpiente”),

el espectáculo especial (“El hombre vertiente”),

el Día del Fuego, organizado en colaboración con la Sociedad Española de Exposiciones Internacionales (SEI),

el Día de la Mujer

y el Día de la Cultura Popular Aragonesa.

 La dirección artística de cada uno de ellos ha sido encomendada a diferentes profesionales de todo el mundo, expertos indiscutibles en sus respectivas disciplinas.

 

 Flamenco

 Esta actividad se desarrolla en el Balcón de las Artes Escénicas durante todos los días de la semana, con dos pases cada día. De lunes a miércoles a las 18 h. y a las 19 h 45´. Y de Jueves a Domingo, a las 00 h. y a las 01 h. 30´.

 No podía faltar el flamenco en las noches de una Expo Internacional con sede en una ciudad española.

 En este ciclo intervienen veinte grupos y solistas, escogidos entre los artistas del género que más proyección tienen en este momento.

 Un flamenco respetuoso con su propia tradición, pero abierto a las nuevas tendencias, a la mezcla con otros estilos musicales, reflejo también de un mundo intercultural y polimórfico.

 En las noches de la Expo se escuchará el mejor flamenco emergente, nacido en diferentes puntos de España.

 

Programación de folklore aragonés

 Se ha pensado una programación específica de espectáculos en donde el folklore aragonés es el centro, con una especial atención a su manifestación más popular: la jota. Esta programación es complementaria a la que ofrecerán el Pabellón de Aragón, el Pabellón de la Diputación Provincial de Zaragoza, entidades con las que hemos trabajado de manera coordinada.

 En la programación de jota aragonesa se incluyen desde las manifestaciones más clásicas hasta aquellas que se inspiran en conceptos de renovación.

 Los sábados y los domingos se irán sucediendo grupos y solistas que representan una muestra de los mejores representantes de este género.

 Una Gran Gala de la Jota Aragonesa hará un recorrido por todas las épocas y todas las manifestaciones de esta forma de expresar el sentir de Aragón: desde la jota más enraizada con el campo y con nuestros pueblos a la que ha inspirado a compositores clásicos de todo el mundo.

 Será un momento solemne, no exento de emoción; un homenaje también a los maestros indiscutibles de la jota.

 La programación de folklore aragonés se ha incluido en el Balcón de las Músicas.

 

El espectáculo noche: “Iceberg. Sinfonía Poético Visual”.

 Este espectáculo podrán verlo todas las noches unas quince mil personas situadas en el graderío que ha sido construido en el río Ebro, y otras diez mil desde diferentes puntos del recinto. Comenzará a las 22 h. 45´. y tendrá una duración de veintidós minutos, aproximadamente.

 La idea y la ejecución artística del proyecto son responsabilidad de Calixto Bieito, director de escena de gran proyección internacional, especializado en grandes montajes operísticos. La producción es de FOCUS.

 En este grandioso espectáculo se conjugan las imágenes sobrecogedoras de la descomposición en directo de un enorme iceberg diseñado por Alfons Flores, unas proyecciones sobre el proceso de destrucción del planeta, con una banda sonora realmente impactante, compuesta por el músico aragonés José Luís Romeo.

 Constituye un momento imprescindible de la jornada para todos los visitantes. Será también el colofón de los actos con los que se inaugurará la Exposición el día 13 de Junio de 2008.

 Todas las noches, los visitantes tendrán la oportunidad de admirar un demoledor trabajo escénico, rabiosamente contemporáneo, en donde se escucharán también los atronadores ecos de los tambores del Bajo Aragón.

 

Los Balcones

 El Balcón de las Músicas, el Balcón de los Niños, el Balcón de las Culturas y el Balcón de las Artes Escénicas son espacios situados encima de los pabellones de los países participantes. Aseguran una programación continuada a lo largo del día, que está pensada como el complemento cultural de gran calidad a la oferta expositiva de la organizadora y de los participantes.

 En general, en los Balcones se presentan espectáculos de una duración aproximada a la media hora. Intentan ser intervenciones artísticas sintéticas y muy contundentes estéticamente.

 En los Balcones habrá de todo y a todas horas: lo más novedoso, lo más exótico, lo más tradicional.

 Cada visitante de la Expo, cualquiera sea su procedencia, su edad, su nivel cultural o sus gustos personales, tendrá a su alcance, en cualquier momento del día, una posibilidad para entretener su ocio, para escuchar o ver mientras sus pies se recuperan del esfuerzo, antes de seguir su caminar por el recinto.

 

Los Conciertos de la Expo

 Organizados en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza, y dentro de la programación de espectáculos de Expo, tendrá lugar un ciclo de doce conciertos de música clásica.

 Los mejores directores, las mejores orquestas, los mejores solistas del mundo interpretando programas originales y sugerentes.

 Programas a partir de obras de Mahler,  Falla, Bizet, Haydn, Beethoven, Schönberg, Brukner, Brahms, Rimski-Korsakov, Dvorak, Haendel, diseñados específicamente para ser incluidos en el contexto de un evento ya de por sí irrepetible.

 La presencia de Monserrat Caballé, Lorin Maazel, Daniel Baremboim y Zubin Mehta supone un acontecimiento  de extraordinario relieve cultural.

 Una nutrida representación de orquestas, coros, solistas y directores aragoneses completan una oferta excepcional.

 

Palacio de Congresos

El edificio cuenta con dos áreas principales, que albergarán respectivamente, salas de exposiciones y auditorio. Este último tiene una capacidad para acoger a mil quinientos espectadores. Cuenta con un escenario de treinta y dos metros de boca, diecisiete metros de altura y catorce metros de fondo.

 Además de una serie de espectáculos propuestos por algunos países participantes, en este magnífico escenario se presentarán las “ocho perlas”, es decir, ocho grandes espectáculos firmados por auténticos monstruos de la escena nacional e internacional.

 Espectáculos de danza contemporánea y de teatro, en sus múltiples variedades, con un acento general puesto en la mezcla de lenguajes artísticos. Una programación que nadie debería perderse porque define las líneas maestras del arte escénico en el momento presente.

 Una programación de gran calidad que en sí misma es un magno festival de las artes escénicas, integrada por estrenos absolutos, que, en algunos casos, la organizadora ha influido para que se produzcan. En muchos de ellos, se recoge, desde visiones estéticas muy diferentes, el propio tema de la Expo de Zaragoza: el agua y el desarrollo sostenible.

 Aragón está muy presente en este espacio. Además de la participación de dos compañías aragonesas, se incluyen espectáculos que contienen referencias explícitas a la vida y a la obra de Francisco de Goya y Luis Buñuel.

 

Teatro de calle (2). Las performances.

 Con un escenario de doce metros de ancho y ocho de fondo, y una capacidad aproximada de tres mil espectadores, Distrito 50 es un espacio abierto cercano al Pabellón de Aragón. Allí, los Jueves y Viernes a las 23 h. 30´ y los Sábados y  Domingos a las 00 h. 30´, presentarán sus trabajos dieciséis compañías teatrales.

 Dos compañías alemanas, una china, seis francesas, una guineana, dos suizas, una italiana y tres españolas.

 El lugar donde se contiene la respiración para asistir a lo más insólito: el encuentro del fuego y la música, la tecnología más avanzada y los cuerpos de los actores, la danza y la imagen proyectada. Espectáculos insólitos para noches diferentes.

 Los espectadores rodean a los artistas e interactúa con ellos, convirtiéndose voluntaria o involuntariamente en actores, bailarines y músicos.

 Un género teatral que, como ningún otro, vive de la mezcla y de la impureza. Rescata de la calle la inmediatez y la grandiosidad, y de las salas interiores, su capacidad para contarnos historias que nos afectan como seres humanos.

 Un lenguaje que exige a los espectadores su participación con todos los sentidos, porque a todos ellos se dirige.

 

Semana Luis Buñuel

 Durante los día 19 al 22 de Junios en el Balcón de las Artes Escénicas tendrá lugar un ciclo de actividades sobre la vida y la obra de Luis Buñuel, el cineasta aragonés de mayor proyección internacional, precisamente en el momento en que se cumple el veinticinco aniversario de su muerte.

 Ver y oír. Ver aportaciones cinematográficas de jóvenes realizadores a los que la obra de Buñuel ha inspirado de manera especial. Oír a los principales especialistas en esta obra.

 Eruditos que explican. Artistas que muestran. Cineastas que nos enseñan su influencia en aportaciones breves y contundentes. Directores de escena que nos dirían cómo pondrían en escena “Hamlet”, la única obra teatral que escribió Buñuel.

 No es un homenaje obligado por las circunstancias. La presencia de Buñuel es natural en un evento internacional que se desarrolla en la tierra que lo vio nacer y que él plasma como nadie en sus mejores películas.

 Luís Buñuel está vivo en la Expo de Zaragoza.

El vértigo de la página en blanco

mayo 21, 2009
Hombre Vertiente

Hombre Vertiente

Lo primero que hicimos desde el Departamento de Espectáculos, allá por Junio de 2005, fue conocer la programación de espectáculos que se incluyó en otras Expos anteriores. A lo largo de esta fase informativa, algunas ideas se fueron  adelantando por sí solas, como si tuvieran prisa en quedar reflejadas en la página en blanco. Pero las contuvimos: no quisimos precipitarnos, conscientes de que de las primeras palabras escritas marcarían un dirección de trabajo. De esas primeras palabras nacería el disfrute de millones de personas unos años más tarde y se hacía necesario, por tanto, conjugar cierta dosis de imaginación y de osadía, pero también de prudencia. Y, una vez sabido lo que había que saber, hubo que olvidarlo para inventar a partir de lo que había. Y lo que había, y hay, es una ciudad y un país –Zaragoza y España-, un mensaje de responsabilidad medio ambiental, 92 días, unas cuantas hectáreas, unos edificios de nueva planta, millones de posibles visitantes llegados de todo el mundo, y, sobre todo, una esperanza compartida…

Y comenzamos a escribir en esa página que nos retaba con la insolencia de su propio despojo: “la programación cultural y artística no debe ser el acompañante de lujo de la Expo, sino el vehículo de comunicación de las propias ideas que defiende…”

El terreno quedaba acotado, en primer lugar, por la propia naturaleza del evento. En Expo Zaragoza 2008, el tema iba a ser “el agua y el desarrollo sostenible”, y esto debería representar para nosotros una cortapisa, ni para la mayoría de los artistas y creadores de todo el mundo con los que hablaríamos más tarde,  sino, por el contrario, todo un horizonte inmenso, un campo de magníficas aventuras posibles. Dalambert decía que “el agua es la reina de todo, porque todo lo preside y todo lo contiene…”· Ellos mismos lo expresan en este libro: lejos de ser una limitación, el agua ha sido, finalmente, una extraordinaria fuente de inspiración, y nunca mejor dicho.

El agua como origen, como esencia de la vida, como principio y final de todo; el agua como transmisora de las culturas, como lugar de relación y conflicto entre ellas, como espacio donde se disuelven, se mezclan o se ahogan; el agua como memoria de lo que fue, constatación de los que es y espejismo de lo que será; el agua como imagen, como metáfora, como estimulo para la reflexión filosófica y la creación poética, como resbaladizo lugar para que nazcan el conocimiento y la palabra; el agua como fuente de placer, como mecanismo de diversión y de disfrute; el agua, y también su ausencia -la sequedad, el calentamiento global-, como signos de alerta ante el deterioro de nuestro propio planeta…

Teníamos el tema y nos dirigimos a la parrilla. Cernuda nos habla ahora de “la realidad y el deseo”… Había que programar de todo, para todos y a todas horas, con especial énfasis en los momentos en los que los pabellones de los participantes cierran sus puertas y la cultura se convierte en el plato fuerte de la oferta.

Y empezamos por los tres espectáculos que pretenden ser de algún modo la tarjeta de visita de la propia Expo, y que debían ser grandes, complementarios, hermosos, impactantes: el espectáculo noche, la cabalgata y el de la plaza temática “Inspiraciones Acuáticas”. Calixto Bieito nos propone en “Iceberg” una reflexión moral a través de la contundencia de las imágenes y del sonido; Pichon Baldinu en su “Hombre Vertiente” nos refresca una memoria ancestral, lúdica y participativa; Julian Gabriel y Le Cirque du Soleil nos hablan en “El despertar de la serpiente” del origen de las cosas, de los secretos del agua. Los tres se refieren a lo mismo, pero de manera diversa, con formas y colores diferentes, a través de lenguajes artísticos en los que son consumados maestros y que en el contexto de la Expo se tornan deliberadamente complementarios.

Pensamos después que era necesario también imaginar una programación de alta calidad artística, que incluyera propuestas originales, rigurosas, arriesgadas. Y así nació la programación del Palacio de Congresos (en donde también algunos países participantes presentarán sus propios espectáculos), y del Auditorio de la ciudad. Estos espectáculos de danza, teatro y estos conciertos de música clásica, debían ser capaces por sí mismos de atraer a Zaragoza durante la Expo a un público ya de por sí amante de la cultura. El agua en muchos casos ejerció aquí de aliada: fue fácil convencer a artistas como Albert Boadella, Darío Fo, Peter Greenaway, Jun Xing, Daniel Baremboim, Monserrat Caballé, Lorin Maazel, Zubin Mehta, o Goran Bregovich, y tantos otros, de que se inspiraran en ella y nos dejaran constancia de su magisterio, creando trabajos destinados a quedar definitivamente en nuestra memoria.

Para complementar la oferta temática, pensamos también en los llamados balcones: el de los niños, las músicas, las artes escénicas y las culturas, situados encima de los pabellones de los países participantes. Básicamente en cada uno de ellos se ofrecerá una programación a lo largo de todo el día, que en algunos casos se intensifica por la noche, de espectáculos infantiles, musicales, teatrales, coreográficos, etc, con una duración media de unos treinta minutos. En total se incluyen aquí más de 1100 sesiones de 455 espectáculos diferentes. Es una abrumadora oferta pensada para llenar los tiempos de descanso y convertir las pausas en pequeños momentos de placer.

Queríamos también que la noche de la Expo de Zaragoza constituyera una colosal oferta artística y cultural y que cualquier visitante encontrara su lugar, su ambiente y su forma de diversión. Situamos el corazón de la noche en el Anfiteatro para que miles de personas disfrutaran a pocos metros del río. Allí durante noventa y dos noches veremos desfilar a los mejores artistas del mundo en sus respectivos campos: desde Plácido Domingo hasta Mayu Mana pasando por Dulce Pontes, Estrella Morente, Patty Smith, Sara Baras, Toumani Diabate, Bjork, Gilberto Gil, Spray Cats, Enrique Morente, Salif Keita, Maria Creuza, y una larga lista de intérpretes, grupos, solistas, orquestas, etc, en donde se inscriben también los nombres de Santiago Auserón, José Antonio Labordeta, Joaquín Carbonell, La Bullonera, Gabriel Sopeña y Carmen Paris. Junto a esta oferta musical en el interior del recinto, la participación de Bob Dylan, Gloria Stephan, y Enrique Bumbury en el exterior del mismo, por razones de capacidad.

Y en estas 92 noches hay también tiempo y espacios para otras disciplinas artísticas: las mejores compañías de teatro de calle de todo el mundo, las ruas musicales, performances diversas, el sarcástico humor del mejor cabaret, una representación extraordinaria de flamenco emergente, y un largo etcétera de manifestaciones, inclasificables la mayoría, venidas, en muchos casos, a propuesta de los países que nos visitan.

Por último, entendimos que el folklore aragonés, y la jota como manifestación especialmente enraizada en el sentimiento de esta comunidad, debería tener un lugar preferente, y eso nos llevó a coordinar nuestras ideas y nuestros recursos con otras instituciones que, como el Pabellón de Zaragoza, el de Aragón y el de la Diputación Provincial, sentían esa misma necesidad.

De todo esto se habla de manera pormenorizada en este libro, en donde los programadores y creadores de las aproximadamente cinco mil actividades propuestas expresan sus intenciones. Pero no es cosa de destacar solo los números, que son abrumadores, sin duda, o la calidad de lo que se intenta ofrecer, que de eso a los millones de visitantes de la Expo les corresponde decir la última palabra, sino de recordar la intención. Esta gran fiesta de la cultura y del arte, en donde el número de manifestaciones creadas por artistas locales es muy superior al de otros eventos similares, es el fruto de la puesta en valor aquella primera reflexión escrita: ser expresión misma de una idea que todo lo engloba. Por eso se dirigen al corazón y a la retina, al oído y a los sentidos, a las facultades intelectuales y a la piel de nuestros visitantes, con un mensaje que coincide al milímetro con lo que la Expo realmente significa. Eso constituye, tal vez, gran parte de su grandeza.

Me gustaría recordar, por último, que detrás de las ideas están siempre las personas que las llevan a la práctica. Y que yo he tenido la suerte y el honor de encabezar un equipo compacto, compuesto por hombres y mujeres jóvenes, inteligentes y generosos.

 Francisco Ortega

Director Artístico de Expo Zaragoza 2008.

Las «8 perlas del palacio de Congresos»

mayo 21, 2009
Palacio de Congresos

Palacio de Congresos

En el interior de la oferta cultural de la Exposición Internacional de Zaragoza era necesario incluir un paquete de espectáculos que representaran lo mejor y más novedoso del panorama nacional e internacional de las artes escénicas, y que fueran, en consecuencia, un espejo de las líneas generales en que se mueven algunos de sus principales creadores. Esta programación tendrá lugar en el Palacio de Congresos a lo largo de cinco semanas, desde el 28 de Julio hasta el 31 e Agosto, incluyendo ocho propuestas que serán representadas tres veces cada una.

Sabido es que, como escribió Valentina Valentini, uno de los aspectos más relevantes que definen la escena actual es la superación de los llamados géneros dramáticos. El crítico Xabier Fábregas, por su parte, definió la historia del teatro como la historia de los desequilibrios: siempre uno de los elementos que constituyen el soporte del espectáculo fue determinante sobre los demás: o bien el texto, o el actor, o el director de escena, establecieron en diferentes momentos una especie de dictadura, reflejo a su vez de las necesidades del espectador y de los cambios de los gustos estéticos en el transcurso de la evolución social. Pues bien: lo que define fundamentalmente la estética escénica de nuestro tiempo es la integración de los lenguajes y la corresponsabilidad en la importancia de éstos.

Las ocho propuestas que aquí presentamos convocan desde su terreno y de manera diferente a los diferentes lenguajes artísticos estableciendo un cruce de signos y de códigos culturales. Todas ellas rompen, además, con el discurso de la monotonía, de lo previsible sobre la escena, de los límites que el tiempo y la sociedad contemporánea ya traspasaron en la vida y en la calle. Propuestas de integración, de mezcla cultural y estética, a caballo entre un respeto hacia la tradición que las precede y el horizonte que les espera y que ellas contribuyen a crear desde su vocación de inventoras de sueños.

 “Para ciertos soñadores, el agua es el movimiento nuevo que nos invita a un viaje nunca realizado…” Este y otros textos del filósofo francés Gaston Bachelard propone, por ejemplo, un encuentro de lenguajes: la danza contemporánea solicita a través suyo la profundidad dramatúrgica del texto en “Eau”, espectáculo de danza que firma Carolyn Carlson, uno de los nombres imprescindibles de la creación coreográfica en todo el mundo. Por su parte, Miguel Angel Berna, coreógrafo que ha hecho del verbo “integrar” su principal motivo artístico, junto al director Luis Olmos y al artista plástico Jorge Gay, convocan la personalidad y la obra de Goya, es decir, el color, el trazo y el sufrimiento interior del pintor aragonés más universal.  

Invirtiendo el procedimiento, el teatro convoca a la danza en el montaje de Carlos Martín “75 x ciento”, con presencia destacada de elementos coreográficos explícitos, responsabilidad de “Errequeerre”, la música de Enrique Bumbury y la aportación del videoartista Engenio Ampudia. En su compañía, el Teatro del Temple, la empresa más sólida en el terreno de las artes escénicas en Aragón, es un reto frecuente que han solventado presentando espectáculos que han recorrido la geografía española y han obtenido innumerables galardones.

La música requiere también a la danza en la propuesta que nos presenta la bailarina Jun Xing, un nombre de referencia en China y ya en todo el mundo, en uno de los espectáculos más bellos y originales del momento. Carl Orff compuso su “Carmina Burana” en 1939 y desde entonces han sido multitud las versiones sinfónicas y escénicas las que se han realizado de esa famosa partitura. Ninguna probablemente tan audaz y sorprendente como ésta, que sirve además de encuentro entre códigos culturales orientales y occidentales. En el espectáculo interviene la Orquesta Enigma y el Coro “Amicci Musicae”.

El cine queda incorporado en la propuesta teatral del director catalán Joan Ollé, uno de los nombres imprescindibles de la dirección escénica en España, a partir de la adaptación del guión de “El Ángel exterminador”, película filmada en 1966 por Luis Buñuel. Curiosa y estimulante mezcla que “respeta y transgrede” a partes iguales, y que en ese sentido rinde también un homenaje, de fondo y de forma, a nuestro cineasta calandino.

Pero hay más: cine, literatura y teatro se dan cita en este caso con la música utilizando de médium al músico bosnio Goran Bregovich, en la propuesta escénica del cineasta británico Peter Greenaway, titulada “Blue Planet” e  inspirada en el libro del Génesis. El autor de “El vientre del arquitecto” y otras grandes películas, nos propone a través de su mirada integradora una especie de espectáculo total, de una ambición wagneriana y de una belleza deslumbrante.

En el espectáculo que firma Albert Boadella sucede algo similar, pero a partir de un trabajo actoral elaborado y minucioso y de un guión nacido finalmente del propio discurrir de los ensayos. Esto es algo habitual en la trayectoria de la mítica compañía Els Jogalrs, en donde sus espectáculos han destilado siempre un humor corrosivo a través del cual se denuncian aspectos mejorables de la vida pública y de los usos y costumbres sociales, y en donde la perfección técnica y el acabado fueron siempre una constante.

“La palabra fue dicha para siempre”, reconoce el poeta Ángel González, subrayando su inmensa potencialidad de sentido y, sin embargo, su paradójica fragilidad.  En este escenario pensado para acontecimientos de grandes dimensiones, incluimos también la fuerza del estallido minimalista de la palabra, a través de los textos y la presencia de Darío Fo, Premio Nobel de Literatura, junto con Juan Echanove, tal vez el actor teatral de más amplio recorrido en el panorama escénico español. Capaz de transmitir todos los sentimientos y ser portadora de todos los potenciales, los que construyen y los que destruyen, los que acarician y los que golpean, los que divierten y los que denuncian, la palabra es y se convierte, de la mano de estos dos genios, en un exponente de lo mucho que cabe en un soporte aparentemente tan frágil y efímero.

Ocho perlas, ocho. Muchas de ellas sugeridas por nosotros a sus propios creadores, y, por tanto, estrenos absolutos, trabajos de encargo en alguna medida, en donde el agua aparece frecuentemente como elemento inspirador. En todas ellas predomina esa voluntad de superar el desequilibrio al que aludíamos, construyendo mundos poéticos integradores, utilizando los cuerpos, la música y la poesía, la luz y la palabra, la oscuridad y el silencio. Son, en ese sentido, rabiosamente contemporáneas, pues lo que define el arte escénico actual, como sugiere Michel Leroix, es su “horizontalidad”, su voluntad de reunir, de exprimir, de presentarse ante los ojos y los oídos del espectador como pretextos, para que él culmine finalmente el acto de creación.

Sin duda, ocho formas de explicarnos el mundo y presentarnos con gran crudeza no tanto un universo de certezas como sus propios enigmas: los de siempre y los de ahora mismo.

Francisco Ortega.

Director Artístico de EXPO Zaragoza 2008.