Texto de la comparecencia del Director-Gerente del Centro Dramático de Aragón en la Mesa de la Comisión de Educación, Cultura y Deporte de las Cortes de Aragón (24 de Mayo de 2004).
- VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS POR EL CENTRO DRAMÁTICO DE ARAGÓN DESDE EL MOMENTO DE SU CONSTITUCIÓN HASTA EL MOMENTO PRESENTE.
- 2. VALORACIÓN DE LA SITUACIÓN ACTUAL DEL CENTRO DRAMÁTICO DE ARAGÓN.
- PROYECTOS CONCRETOS DE DESARROLLO DE LAS FUNCIONES PREVISTAS PARA EL CENTRO DRAMÁTICO DE ARAGÓN A CORTO, MEDIO Y LARGO PLAZO.
- VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS POR EL CENTRO DRAMÁTICO DE ARAGÓN DESDE EL MOMENTO DE SU CONSTITUCIÓN HASTA EL MOMENTO PRESENTE.
De cara a responder correctamente a las tres cuestiones planteadas, creo necesario detenerme unos instantes para recordar algunos aspectos que marcaron el nacimiento del Centro Dramático de Aragón (CDA) y que después tuvieron influencia, en mayor o menor medida, en su posterior desarrollo.
Decir, en primer lugar, que cuando se fundó el CDA no existía ningún precedente en nuestra comunidad de un teatro público de estas características, si exceptuamos el proyecto que se abortó en 1985 y cuyo funcionamiento apenas duró quince días. En esta ocasión, existían compañías privadas, agrupadas en dos asociaciones, ACTUA y ARTEAR, algunas de las cuales poseían abundante experiencia profesional; había un número considerable de actores y actrices, la mayor parte de ellos formados en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza; y existían el Circuito de las Artes Escénicas, auspiciado por el Gobierno de Aragón y las Diputaciones Provinciales, algunos teatros municipales, festivales y las ferias de teatro de Alcañiz y de Huesca.
Sin embargo, no existía como tal una unidad de producción teatral financiada con fondos públicos, como ocurría desde principio de los años ochenta en Andalucía, Cataluña, Valencia o Galicia. Por tanto, esos centros, incluido el Centro Dramático Nacional, tampoco tenían una existencia demasiado superior a dos décadas, un periodo temporal muy pequeño si lo comparamos con la rica tradición de teatro público descentralizado, firmemente arraigada en países como Alemania, Francia o Inglaterra. Por decirlo con palabras llanas, esta carencia hacía imprescindible también ganar la batalla de explicar correctamente, no sólo a los profesionales del sector, sino a la sociedad en su conjunto, lo que se pretendía conseguir con la creación de un centro dramático que, utilizando los recursos propios de nuestra comunidad, produjera un teatro diferente y más ambicioso, tanto en sus planteamientos artísticos, como en sus propias dimensiones económicas, que el que habitualmente podían hacer las compañías privadas con sus propios recursos, teniendo éstas además que cifrar su interés prioritario en el beneficio empresarial.
En segundo lugar, recordar aquí que el nacimiento del CDA tuvo lugar en medio de una cierta polémica, en parte por la razón antes indicada. La noticia de que el Gobierno de Aragón estaba preparando un teatro público, mantenida durante muchos meses en forma de rumor, dio pie a todo tipo de comentarios. Aunque es preciso decir que en esto no fuimos muy originales: también en esas comunidades de España citadas, los orígenes de sus teatros públicos tampoco fueron fáciles, como resultado de un habitual mecanismo de defensa del sector privado de la producción artística que se despierta ante iniciativas novedosas de carácter público, de las que se teme que vayan a representar una “competencia desleal”, sin conocer todavía su verdadero perfil y sus intenciones reales.
En tercer lugar, recordar también que, cuando finalmente se dio el pistoletazo de salida, todo se precipitó a gran velocidad, sin demasiado tiempo para reflexionar sobre algunos aspectos que después hemos tenido que ir corrigiendo sobre la marcha. En nuestro caso, en el escaso periodo de apenas tres meses, hubo que crear el equipo de trabajo, a través de un concurso oposición, y que, una vez seleccionado, ese mismo equipo, además de conjuntarse de manera adecuada, establecer las fórmulas de trabajo y coordinación internas ( la periodicidad de las reuniones entre sus departamentos, las prioridades, etc), tuvo al mismo tiempo que diseñar y poner en marcha los primeros proyectos: en particular la producción de sus dos primeros espectáculos, “Ricardo III” y “La Agonía de Proserpina”.
Por último, recordar que todo eso se hizo sin contar con una sede propia, circunstancia que todavía sigue vigente. Es decir, el CDA carecía y carece de un teatro en donde instalar toda su maquinaria administrativa, y de producción, y, por supuesto, exhibir sus propios trabajos durante un espacio temporal razonable. Esta carencia, como sabe perfectamente cualquier buen conocedor del hecho teatral, es un factor de una enorme importancia.
En mi opinión, y más si tenemos en cuenta todas estas circunstancias expuestas, los resultados obtenidos son muy superiores a los inicialmente previstos.
Hasta la fecha, el CDA ha producido tres espectáculos propios: “Ricardo III”, de William Shakespeare, con dirección de Carlos Martín; “La agonía de Proserpina”, de Javier Tomeo, con dirección del suizo Felix Prader, habitual colaborador del autor; y “Morir cuerdo y vivir loco”, escrito y dirigido por Fernando Fernán Gómez. También participó junto al Festival Grec de Barcelona y Bitó Producciones en la producción de “La hora en que nada sabíamos los unos de los otros”, de Peter Handke, con dirección de Joan Ollé.
Esos cuatro espectáculos han sido vistos por más de treinta mil espectadores, habiendo sido presentados en Madrid, (en espacios tan emblemáticos como el teatro de la Abadía o el María Guerrero), Barcelona, (en el Mercat de las Flors), Castilla la Mancha, Castilla-León, Cantabria, Comunidad Valenciana, País Vasco, Cataluña, y, naturalmente, Aragón (Zaragoza, Huesca y Teruel, y Ejea, Caspe, Tarazona, Alcañiz y Monzón). Han sido programados en festivales nacionales de prestigio, como el Clásico de Almagro, el Grec de Barcelona, el Festival Shakespeare de Santa Susana, o el de Nuevos Autores de Alicante; han obtenido importantes premios nacionales (como el “Clásicos” del último Festival de Almagro, tanto para el propio CDA como para José Luis Esteban, actor protagonista en “Ricardo III”), y han cosechado críticas excelentes en medios locales y nacionales, como Heraldo de Aragón, Primer Acto, El País, La Razón, el Mundo, La Vanguardia, El Periódico de Cataluña o ABC.
Estos incontestables resultados artísticos superan con creces, como he dicho, la mejor de nuestras expectativas. Es decir, podemos afirmar sin complejos que nuestros espectáculos han cosechado grandes éxitos, pero que, sobre todo, han servido para presentarnos en poco tiempo con enorme dignidad en los medios teatrales españoles, y han constituido, por tanto, un extraordinario escaparate del teatro y la cultura aragonesas en el contexto general del estado español. Una frase de Eduardo Haro Tecglen resume claramente esta apreciación: “El Centro Dramático de Aragón está acreditado por su buen teatro”. (El País, 12 de Junio de 2003.)
Pero si la producción de espectáculos ha sido el lado más visible del iceberg de nuestra actividad, no conviene olvidar la labor desarrollada desde el Departamento de Documentación del CDA, silenciosa y metódica, y, por ello, tal vez menos conocida.
En primer lugar, desde el citado Departamento, se han trazado las líneas maestras de una ambiciosa línea editorial y que se concretan en la publicación de textos teatrales inéditos, y en la Colección “Trayectorias”, destinada a recoger biografías de personajes emblemáticos y/o periodos históricos de nuestro teatro aragonés. Hasta el momento, hemos publicado los textos de nuestros espectáculos “La Agonía de Proserpina”, de Javier Tomeo (incluyendo la versión narrativa original y su adaptación escénica), “Morir cuerdo y vivir loco”, de Fernando Fernán Gómez, y el de “Gargallo, un grito en el desierto”, escrito por once autores aragoneses (Soledad Puértolas, José Antonio Labordeta, Félix Romeo, Alfonso Plou y Magdalena Lasala, entre otros) para la compañía zaragozana Luna de Arena. Dentro de la segunda colección acabamos de presentar el libro “Conversaciones con Mariano Cariñena”, escrito por el periodista Antón Castro.
Igualmente se han organizado el Primer Ciclo de Lecturas Dramatizadas, sobre textos de autores aragoneses, en colaboración con la Sociedad General de Autores y la Caja de Ahorros de la Inmaculada, que se han desarrollado en Madrid y Zaragoza, y cursos de Dramaturgia, de Voz y de Interpretación, impartidos por profesores de gran prestigio nacional e internacional, tales como el autor y guionista televisivo Antonio Onetti, el actor y director italiano Franco de Francescantonio, la profesora de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, María del Mar Navarro, y el conocido actor Emilio Gutiérrez Caba.
También se han ido generando o se han adquirido múltiples materiales hemerográficos, videográficos y bibliográficos (como las mil quinientas fichas teatrales de la censura franquista, colecciones descatalogadas de textos teatrales españoles, etc.), y se han recibido algunas donaciones privadas, como la biblioteca teatral completa de Antonio Zapatero Vicente, miembro fundador del Teatro Universitario de Zaragoza en los años sesenta. Todo este conjunto es, sin duda, el germen de lo que dentro de pocos años será el Fondo Documental de las Artes Escénicas de Aragón, que deberá ponerse adecuadamente a disposición de estudiosos y aficionados en general.
Por último, podemos destacar que se han organizado eventos y se han anunciado otros de indudable importancia cultural.
Por ejemplo, en la pasada edición del Festival de Teatro de Alcañiz, el CDA organizó el “Encuentro sobre Teatro Público en España”, con asistencia de todos los responsables de teatros públicos y centros dramáticos españoles, que de esta manera quisieron además brindarnos su apoyo cuando apenas contábamos con unos pocos meses de existencia. Y en el acto que el Gobierno de Aragón celebró recientemente en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza en honor a Fernando Lázaro Carreter, recientemente fallecido, se anunció la creación de un Premio de Literatura Dramática que llevará el nombre de nuestro ilustre paisano y lingüista y que se fallará anualmente.
Como puede verse, la actividad ha sido infatigable y personalmente me siento muy orgulloso de coordinar y dirigir el equipo de excelentes profesionales que la han hecho posible.
Entiendo, por último, a modo de síntesis valorativa de este primer periodo de existencia del Centro Dramático de Aragón, apasionante y difícil para quienes hemos tenido alguna responsabilidad en él, que podemos dar por concluida la fase de creación, sin duda siempre la más compleja, si tenemos en cuenta las trayectorias de la mayoría de los centros dramáticos españoles y europeos. Como decía, nos hemos ganado en muy poco tiempo el respeto del conjunto del mundo teatral español, prueba de lo cual ha sido conseguir la participación en nuestro último proyecto, realizado hombro con hombro con el Centro Dramático Nacional, de Fernando Fernán Gómez, un hombre que llevaba 25 años sin dirigir una obra de teatro y al que convencimos sin demasiada dificultad para que colaborara con nosotros.
Tal vez ese sea el mejor resumen.
- VALORACIÓN DE LA SITUACIÓN ACTUAL DEL CENTRO DRAMÁTICO DE ARAGÓN.
Si la fase anterior ha sido la de la creación administrativa y organizativa del CDA, y la de presentación de su vocación estética, concretada en sus primeros espectáculos y actividades, tanto en nuestra propia comunidad como en buena parte del estado español, creo que en la que nos encontramos ahora es en la de la consolidación definitiva, y que, para conseguir este fin, se han dado ya una serie de pasos de gran trascendencia.
En primer lugar, el Gobierno de Aragón ha dotado por primera vez al CDA de un presupuesto propio. Hasta ahora los fondos asignados por la DGA llegaban a través de subvenciones, que, teóricamente sumadas, debían completar el presupuesto anual aprobado en su Consejo de Administración.
Esta circunstancia, sin duda difícilmente evitable en el momento fundacional, ha creado cierta dificultad en la gestión diaria, en el contexto de una actividad que exige una agilidad especial y en donde, por poner un ejemplo, la lentitud en un pago puede poner en grave peligro un estreno anunciado. Ahora, en este año 2004, desde la dirección del CDA sabemos con exactitud los recursos con los que contamos, y, por tanto, podemos acotar nuestra capacidad de acción, delimitando claramente el perfil de nuestros espectáculos y del resto de las actividades.
En segundo lugar, tras un año de funcionamiento, comprendimos en la práctica cuáles eran nuestras reales necesidades de personal. Emprendimos entonces una necesaria reforma de la plantilla, que incluía la supresión de dos plazas que se consideraba innecesario mantener durante todo el año, pues, su implicación en el trabajo de conjunto y su utilidad, se concretaban en periodos muy puntuales y siempre en fase de producción de espectáculos. De esta manera, no sólo se pretendía ahorrar recursos económicos, sino también conseguir una racionalidad interna superior y un mayor equilibrio de las responsabilidades y funciones en el seno de nuestros cuatro Departamentos: Producción, Gerencia y Personal, Distribución y Documentación.
Como comprenderán ustedes, no puedo congratularme al decirles que tenemos ahora el centro dramático con el presupuesto más pequeño de España y la plantilla más corta, pero asumo plenamente esta situación, porque tengo muy en cuenta que existen otras exigencias en la organización de la cultura en nuestra comunidad, e incluso en otros aspectos de las artes escénicas en Aragón. Pero puedo asegurarles que esta habilitación de un presupuesto propio, y la reestructuración de nuestra plantilla, aunque sea al menos de momento reduciendo el número de sus miembros, han creado unas condiciones mejores para el desempeño racional de nuestras funciones.
Sin embargo, siendo factores de gran importancia, los beneficios que hemos obtenido con estas medidas serían insuficientes si no consiguiéramos además, como más tarde o más temprano ha ido ocurriendo en otras comunidades españolas, la concurrencia de tres factores más.
El CDA, como cualquier centro dramático, necesita un clima de confianza y de serenidad a su alrededor. Dicho de otra manera: debemos concentrarnos en lo que específicamente es nuestro trabajo y en el cumplimiento de los objetivos para los que fuimos creados, como instrumento para elevar el nivel en su conjunto de las artes escénicas en nuestra comunidad.
Sin duda, como he dicho antes, todos los comienzos son complejos para este tipo de estructuras públicas de las que no existen precedentes, entre otras cosas porque la producción teatral, con unos ritmos y unas exigencias muy específicas, demasiadas veces no son coincidentes con los habituales de la administración pública. Todos los centros dramáticos españoles han tenido momentos de crisis, han tenido que reestructurar sus plantillas (el último ejemplo es el de los Teatres de la Generalitat Valenciana, a pesar de sus más de dos décadas de funcionamiento), y realizar ampliaciones de capital, (como es el caso del Centro Andaluz de Teatro), hasta que se ha engrasado correctamente la maquinaria y se ha delimitado su perfil por completo. No olvidemos que afortunadamente tanto el teatro como lenguaje artístico, como los mecanismos de producción, son eternamente cambiantes, y que es inevitable, hasta un punto que marca el sentido común, ir acomodándose a las exigencias que conlleva esa realidad.
También se hizo imprescindible para conseguir ese clima de serenidad necesaria, que las administraciones de las que dependían esos centros dejaran de considerarlos como el logro político de un partido o partidos, y los reconocieran de manera consensuada como propios, es decir, de todos ellos.
Por último, fue necesario que ese clima de serenidad se tradujera también en la confianza expresa hacia las personas que se responsabilizan de su gestión. Lo que digo no significa en absoluto que los teatros públicos y sus responsables funcionen en ninguna parte con una especie de cheque en blanco a partir del cual se les permite realizar sus actividades sin los controles administrativos, económicos y políticos adecuados. Pero se hizo necesario también que las administraciones comprendieran y asumieran lo específico de esa actividad, las peculiaridades propias que concurren en el mundo de la producción, exhibición y documentación de las artes escénicas, y aceptaran que éstas deben realizarse aplicando un cierto margen de autonomía y de confianza.
Creo, en este sentido, que, como se lleva a la práctica en la mayoría de los teatros públicos del mundo, es en periodos cuatrianuales cuando debe hacerse una valoración rigurosa de las conquistas y las carencias de lo conseguido, y que hasta ese momento sus responsables y sus equipos deben contar con el pleno respaldo de la institución que les ha colocado al frente de una tarea, que definíamos hace un momento como apasionante, pero también compleja.
Pero me piden una valoración del momento presente y la haré a partir de dos reflexiones paralelas.
En primer lugar, debemos mantener lo conseguido que, créanme, es bastante. Es decir, debemos apuntalar ese respeto nacional que nos hemos ganado en tan poco tiempo, y que a medio plazo debe traducirse en un incremento de nuestra presencia en todos los rincones del estado. Pero, en segundo lugar, creo que ahora estamos en condiciones de ganar lo que podríamos denominar “la batalla de Aragón”.
Esta incruenta batalla debe tener dos frentes: Por una parte, lograr que nuestros espectáculos sean vistos por el mayor número de espectadores posibles en nuestra comunidad, no sólo a través de nuestra mayor presencia en diferentes lugares de la misma, sino a través de la habilitación de ciertas fórmulas para que los espectadores potenciales de nuestros espectáculos, residentes en poblaciones donde no existe un lugar adecuado para representarlos, puedan verlos al menos en Zaragoza, o en lugares próximos, como cabeceras de comarca, si existen esos mínimos técnicos y esas infraestructuras adecuadas. En este sentido volvemos nuevamente a encontrarnos con el problema que representa para el CDA la carencia de una sede fija y propia en donde poder exhibirlos durante periodos temporales adecuados. Quiero recordar aquí que, lamentablemente, tanto “Ricardo III”, como, incluso en mayor medida, “Morir cuerdo y vivir loco”, debieron ser retirados del Teatro Principal de Zaragoza en un momento en el que desde hacía varias sesiones se habían agotado las localidades y las colas para conseguirlas daban la vuelta al emblemático edificio de nuestra ciudad, marcando todo un hito en la historia del teatro aragonés.
El segundo frente sería el de los profesionales aragoneses, con los que es necesario incrementar todavía más los vínculos de colaboración.
Al respecto quisiera apuntar, sin embargo, algunas matizaciones.
Cuando hablamos de “profesionales aragoneses” no estoy refiriéndome sólo a las compañías profesionales. Sin duda, éstas han cumplido y siguen cumpliendo un papel destacado en toda una labor de animación cultural que ya dura muchos años y que ha sido tan fértil como necesaria para mantener viva la llama de nuestra actividad escénica. Al fin y al cabo, un centro dramático no puede nunca nacer en mitad de un desierto profesional, como consecuencia de una bien intencionada pero caprichosa decisión política, sino a partir de la existencia de una realidad teatral consolidada, al menos en parte. Pues bien, esa labor teatral ha competido hasta la fecha, de manera exclusiva, a compañías como el Teatro de la Ribera, el Teatro Estable, el Nuevo Teatro de Aragón, Titiriteros de Binéfar, Teatro del Temple, Viridiana y algunas otras, herederas del Teatro de Cámara, Tántalo o La Taguara. En realidad, ellas han cumplido una meritoria función pública, siendo de naturaleza estrictamente privada. Por esa razón, su tarea hay que seguir apoyándola con el mayor de los entusiasmos, y así se hace desde las instituciones y, en particular, desde el Gobierno de Aragón, con ayudas económicas diversas, que, sin duda, es necesario mantener y, si se me permite decirlo, incrementar.
Pero dicho esto, quiero recordar que el perfil de compañía teatral ha cambiado enormemente a lo largo de los últimos años en España, y, por tanto, también en nuestra comunidad, en los que el concepto de teatro independiente tiene ahora otro significado muy diferente al que tuvo hasta los años ochenta. El antiguo concepto de núcleo de producción con trabajadores fijos y estables, coincidentes en una cierta ideología y una estética común, ha pasado al de núcleo empresarial que contrata actores para proyectos concretos, con puntuales excepciones. Los actores y las actrices, por tanto, “no son de nadie”, valga la expresión, excepto una minoría que tienen una vinculación contractual más dilatada y se ven implicados en un proyecto artístico a medio o largo plazo. La reciente aparición del Sindicato de Actores y Actrices de Aragón certifica esta nueva realidad en nuestro propio ámbito. Dicho Sindicato ha seguido los pasos que otras organizaciones similares han caminado antes en otros lugares de España, principalmente en Madrid o Barcelona, proponiendo a las empresas privadas, con mayor o menor fortuna, ciertas reivindicaciones salariales que deberían acabar en un convenio colectivo del sector.
Por eso, cuando se dice, con toda la razón, que el CDA debe contribuir a mejorar el nivel del teatro profesional aragonés, debería entenderse que debería mejorar el nivel de todos sus elementos, o dicho de otra manera, del panorama global del teatro, en donde en puridad también debemos incluir a los directores, escenógrafos, figurinistas, diseñadores de iluminación, diseñadores gráficos, compositores musicales, grabadores de efectos especiales, técnicos, actores, y, por supuesto, al propio público espectador, al que debemos ofrecer propuestas escénicas interesantes y apetecibles, pero también novedosas, educativas y diferentes a las que desde el ámbito privado pueden ofrecérsele. No debemos convertirnos en protectores de sólo uno de los agentes de la producción teatral, por muy importante que sea, y mucho menos en un centro asistencial de las delicadas economías privadas a las que han llegado algunos proyectos artísticos y empresariales, bastante discutibles en sí mismos.
Tal vez sea esa una de nuestras más complejas tareas: favorecer al conjunto, sin lesionar a nadie en particular, pero sin perder de vista nuestra propia línea de actuación y nuestra propia personalidad como servidores públicos. Incluso creo que entre nuestras obligaciones está la de realizar una labor pedagógica consistente en tratar de evitar no sólo nuestra posible tendencia al solipsismo y a la endogamia, sino ayudar a los demás a que también los eviten, convenciendo a todos los sectores de la profesión de que todos, sin excepción, son necesarios para mantener la brecha abierta por nuestros predecesores hace bastantes años.
Por eso, me parece oportuno recordar en este sentido que hasta la fecha, el CDA ha contratado, para completar sus repartos, a 35 actores y actrices aragoneses, ofreciéndoles unas condiciones salariales y contractuales similares a los de otros centros dramáticos españoles, pactadas previamente con el Sindicato que les representa de forma mayoritaria. Que en nuestros espectáculos han trabajado técnicos aragoneses, y que la mayor parte de los trabajos auxiliares se han realizado a través de empresas aragonesas y por profesionales aragoneses de muy diferentes especialidades. Esta realidad, poco conocida, debe considerarse como un paso decisivo en la concreción de ese apoyo a nuestros profesionales.
Pero, sin duda, esta favorable intervención del CDA en el panorama general, no debe hacernos olvidar que la asignatura pendiente es ahora mismo la de poner en marcha las coproducciones con compañías profesionales aragonesas, que vamos a iniciar de manera inmediata.
En la próxima edición de la Feria de Aragón en Huesca que se desarrollará dentro en el mes de octubre, se estrenará la primera coproducción. Se trata de “Cigüeñas”, un maravilloso proyecto presentado por los Titiriteros de Binéfar, ejemplo, desde hace muchos años, de virtudes artísticas, y prudencia y capacidad empresarial
Y que a esta primera coproducción le sucederán, sin duda, otras que servirán para establecer puentes de diálogo y colaboración con las compañías. Casualmente hoy aparecen en el Boletín Oficial de Aragón, las bases nuevamente revisadas, después de escuchar diversas opiniones de los interesados, para que éstas presenten sus proyectos de coproducción. Se trata de unas normas que favorecen este tipo de convenios entre lo público y lo privado, de una manera muy generosa y con escasos riesgos para el segundo. Unas normas a las que, sin duda, optarán aquellas empresas más sólidas, más coherentes y con el rumbo estético más claro y definido.
- PROYECTOS CONCRETOS DE DESARROLLO DE LAS FUNCIONES PREVISTAS PARA EL CENTRO DRAMÁTICO DE ARAGÓN A CORTO, MEDIO Y LARGO PLAZO.
Para responder de manera adecuada a esta tercera cuestión, debo recordar que el CDA es una empresa pública dotada de un Consejo de Administración, que debe conocer primero y aprobar después, los proyectos de producción y las actividades que el Director-Gerente se plantea realizar en cada temporada. Incumpliría, por tanto, mis obligaciones si expusiera proyectos o actividades no aprobadas por este Consejo, e incluso si apuntara cuáles podrían ser éstas.
Quiero recordar, sin embargo, que en la reunión del Consejo de Administración, mantenida el pasado día 24 de Febrero, se dio el visto bueno a las propuestas para el año 2005 que este Director-Gerente presentó, y que incluyen dos producciones propias (“Misiles melódicos” escrita y dirigida por José Sanchis Sinisterra, y “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, dirigida por Mariano Anós.) Del mismo modo, se aprobó la realización de dos o tres coproducciones con compañías aragonesas, la edición de diferentes publicaciones, la organización de cursos, y otras actividades de las que se dio cuenta en una posterior rueda de prensa ofrecida por la Directora General de Cultura y Vicepresidenta del Consejo de Administración del CDA y por mí mismo.
Si los proyectos del 2005 son ya conocidos, tan sólo puedo decir, a modo de declaración de intenciones, que los del 2006 y los de años sucesivos deberían, en mi opinión, respetar los siguientes argumentos:
- En cuanto al repertorio propiamente dicho, equilibrar, como hasta ahora se ha hecho, la puesta en escena de textos clásicos europeos y españoles con la de textos contemporáneos. En relación a los primeros, propiciar las miradas escénicas renovadoras, que tengan en cuenta la sensibilidad cambiante del público espectador y las nuevas tendencias del teatro europeo, y en cuanto a los segundos, intentar que sean en la mayor medida posible autores aragoneses quienes tengan la posibilidad de estrenarlos.
- Contar con el mayor número posible de profesionales y empresas aragonesas en todos los ámbitos de la producción.
- Normalizar las relaciones con el sector privado, a partir fundamentalmente de la realización de al menos dos coproducciones anuales.
- Seguir definiendo en la teoría y en la práctica cuáles son los ámbitos de funcionamiento de los sectores público y privado en las artes escénicas, intentando establecer puentes de comunicación y colaboración entre uno y otro, pero respetando las diferencias y las peculiaridades de ambos.
- Invitar a participar en nuestros espectáculos y actividades a profesionales nacionales e internacionales de incuestionable nivel, cuyo magisterio y experiencia puedan servir para mejorar el nivel medio de los nuestros y del teatro aragonés.
- Incrementar todavía más nuestra presencia en los circuitos de exhibición españoles, de forma especial llegando a acuerdos de colaboración con otros centros dramáticos y teatros públicos, con los que poder intercambiar nuestros espectáculos. Es por esta razón, una vez más, por la que la posibilidad de contar con una sede propia se convierte en altamente necesaria para poder exhibir tanto nuestros espectáculos y como los de los demás.
- Intentar llegar a acuerdos con estos centros para que el teatro público producido en España tenga un lugar propio en el contexto de una renovada Red de Teatros Públicos y Auditorios.
- Poner en marcha un Plan de Creación de Nuevos Públicos eficaz, relacionado con las iniciativas de la Dirección General de Cultura de crear una red autonómica de teatros públicos. En cualquier caso, poner en marcha campañas, como las que se aplican en otras comunidades españolas y otros teatros europeos, tendentes a incrementar el número de espectadores, pero también a ampliar su capacidad de disfrutar del hecho teatral elevando su nivel de exigencia.
- Dedicar una atención específica al público infantil y juvenil, elaborando igualmente actividades dirigidas a él, y campañas de captación de primeros espectadores.
- Mantener e incrementar las tareas, pero también los recursos económicos, de nuestro Departamento de Documentación teatral, de cara a poner en marcha ese Fondo Documental de las Artes Escénicas en Aragón.
- Elaborar Guías y catálogos de recursos de las artes escénicas que estén al servicio tanto de nuestros profesionales aragoneses como de los programadores, distribuidores, etc.
Francisco Ortega.
Director-Gerente del Centro Dramático de Aragón.