Programa de Mano y Galería Fotográfica de la versión de «Don Juan… y si estuvieras aquí». 2013
REPARTO
Fernando Rojo Don Juan. Juan.
Sheila Magali Inés.
Ana Izquierdo Isabela, Doña Ana, Abadesa, Amigo 4.
Alba Gallego Ciutti, Turista 2.
Vicky Tafalla Alcaldesa, Brígida, Amigo 2.
Oscar García Comendador, Guardia 1, Periodista 1.
Víctor Navarro Don Luis, Director del Museo.
Rita Lorenzo Doña Inés Carlota, Periodista 3.
Borja Inglés Butarelli, Peridista 2.
Daniel Andrade Desconocido (Marido de Carlota), Avellaneda.
Guillermo Oliveira Padre, Guardia 2, Periodista 4.
FICHA ARTISTICA Y TECNICA
Dramaturgia Benito de Ramón.
Colaboración textual José Sanchis Sinisterra
Ayudante de dirección: Marissa Nolla, Chati Calvo.
Profesora de Esgrima Anabel Hernández (Javier Arellano).
Profesora Dicción María Pérez Collado.
Escenografía José Luis Cano.
Banda sonora Estudios CODA (Paco Aguarod)
Colaboración Mariano Cariñena.
Carpintería Toño Bagués.
Pintura Mariano Hernández.
Iluminación Gregorio Germes.
Bocetos iniciales de vestuario Alicia Rabadán, Silvia Mascaray
Realización de vestuario Josefina Graus.
Ayudante de Vestuario Virginia Allué.
Maquillaje Ana Bruned.
Cartel y Programa Amor Pérez.
Fotografías María Vecino.
Producción Paco Sevilla.
Puesta en escena y dirección:
Francisco Ortega
Hace más de un cuarto de siglo…
Hoy repaso estos veintiséis años desde que estrenamos la primera versión de este “Don Juan… y si estuvieras aquí” con el que un joven dramaturgo llamado Benito de Ramón nos sorprendiera a todos, y constato que las ausencias son muy notables, las certezas son menores, y las dudas, sin embargo, han crecido.
Honestamente creo que el texto sigue funcionado, porque tiene algo de imperecedero: es una historia de amor, de un amor entre lo imposible y lo imaginado. (Ya sabemos que no hay nada más seguro que ir aplazando el amor para que se conserve más fresco…) Y creo que los actores y actrices que entonces intervinieron dejaron un poso que todavía puede ser útil: personajes creíbles, momentos dramáticos bien construidos, gags divertidos, que los actores de hoy han recibido como un regalo anónimo y han asumido como una exigente propuesta de trabajo. Por eso, entre otras cosas, merecía reponerse lo que en su momento gustó a mucha gente, incluidos los alumnos y profesores de la Weber Douglas Academy o Dramatic Art, de Londres, a la que fuimos gracias a las buenas artes del gran amigo y magnífico profesor, Michael McCallion, el primero que nos dejó hace unos años.
Recientemente se fueron tres más: Lucio Dalla, que nunca llegó a saber que utilizamos “Cara”, una de sus más bellas canciones, como sintonía de nuestra obra; Fernando Soriano, que hizo un excelente Guardia 2, y Mariano Cariñena, director de la Escuela y colaborador de lujo en el proceso que culminó el pintor José Luis Cano. A todos ellos les recordamos emocionadamente en aquella Escuela, hermosa, gélida, apuntalada, poblada de fantasmas nocturnos, en donde entre los profesores y los alumnos había una línea tan difusa que solíamos confundirnos de sitio, mezclando vida y teatro con una naturalidad en la que todos aprendimos y gozamos.
No hay duda: lo mejor de aquella Escuela Municipal de Teatro es que tenía pocas jerarquías y mucho futuro, todo el futuro por delante. Estamos ahora en ese futuro, ay, convertido en un presente incierto, escuchando pasar trenes que nunca paran y que cargan con esperanzas y promesas de hacernos finalmente oficiales. Pero resistimos como Inés: enamorada. Como nosotros del teatro. Convencidos de que tener en Zaragoza una Escuela Superior de Arte Dramático es el antídoto mejor contra el cáncer y la anomalía de convertirnos en meros consumidores de lo que hacen los demás en otros lugares, de ver solo actores formados en otros sitios.
Paco Ortega.
Ensayo del saludo
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